Extraña luna de septiembre con calor de verano en este amanecer, me recuerda la canción September Morn, que canta Neil Diamond. En España se preparan los partidos políticos para unas lecciones el día que murió Francisco Franco, 20-N, no sé si lo pusieron así los socialistas que gobiernan desde el 2004, para que su electorado se despierte y vaya a apoyarles para no despertar la sombra o para hacerle un homenaje de antemano a la derecha con, alta probabilidad, de mayoría absoluta.
El 20-N yo estaré de vacaciones y tendré que votar por correo. Ya me ocurrió en el 2004, cuando me enteré de los resultados de las elecciones generales y victoria socialista de Zapatero mientras leía el periódico tomándome mi primer capuccino en Milán con mis ahijados de boda. La diferencia es que allí no votaba en las generales, ahora sí.
Los partidos minoritarios de izquierda, los verdes, los nacionalistas o no, se lamentan de que el PP (la derecha) vaya a ganar con holgada mayoría absoluta y tengan toda la libertad del mundo para recortar derechos sociales ganados con mucho esfuerzo durante años, o sea, más contratos basura, que te paguen menos cuando te echen del curro, se propone solo tres días por año trabajado, en vez de 20 a 45 como se paga ahora; privatización del AVE (tren de alta velocidad, algo que funciona muy europeamente en España), y sobre todo la privatización de la salud pública, entre otras políticas que no desvelan claramente pero que tímidamente van perfilando, según los portavoces. Los partidos minoritarios de izquierda, ahora, tarde muy tarde, le tiran los tejos, o sencillamente tratan de seducir al movimiento del 15-M en España, que para desgracia de sí mismos hacen mucha espuma y ruido pero al no constituirse en partido político y entrar al tajo, quedarán con esa espuma bella de la cerveza o de las olas, con un final completamente inútil.
No obstante, estos partidos que ahora se quejan de que venga el supuesto “diavolo” no miran lo que han hecho ellos mismos con sus políticas separatistas, desmarcándose de las políticas del gobierno socialista en todos estos años de crisis, haciendo pinza con la derecha. Despotricando contra el gobierno por rendirse ante los dictados de la Unión Europea como si ellos no hubiesen tenido que hacer lo mismo si gobernaran.
Los últimos en despertarse del sueño dulce de la derecha es el partido nacionalista que gobierna Cataluña, donde vivo, cuando el PP ha dicho que quitará el catalán como lengua vehicular de la enseñanza en toda la comunidad e impondrá el castellano obligatorio como en tiempos de Franco, siempre amplificando lo que dicen ellos, y que aún no ha pasado, sino lo que se supone pasará.
La sombra de Franco puede volver vestida de civil, da menos miedo en democracia, pero puede dejar más huella en el sistema, ojalá que no.
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