Vista rápida y sin reflexión profunda esta foto parece una esquina de La Habana Vieja, sobre todo con esas mallas verdes para proteger la caída de escombros de la reparación de la fachada; pero no, es un restaurante de comida tradicional cubana La Paladar del Son, situado en C/. Torrent de les Flors, 6, barrio de Gràcia, Barcelona, que como La Habana Vieja, muchas de sus casas fueron construidas entre finales del siglo XIX e inicios del XX.
La Paladar tiene la peculiaridad de que los domingos cantan boleros a media tarde, y esta música sirve para fusionar al público catalán, ávido de cubanía, descubrimiento y romances, con cubanos residentes acá de todas las condiciones, quienes entre cervezas y mojitos terminan siendo una familia calurosa e íntima.
Aquí he visto a muchos boleristas, para mí, desconocidos, nacidos en Cuba, cantar los más grandes boleros cubanos y mejicanos, y les quedan bien, porque la nostalgia cantada no necesita sutilezas, la nostalgia que te arrastra a ese lugar de la memoria, no necesita que afines, ni que bailes bien, solo necesita que la
escuches.
escuches.
Aunque se llama La Paladar del Son, está mucho más cerca de ser La Paladar del Bolero, la nostalgia hecha canción en sí misma; el son tiene una raíz más cercana a la fiesta y al baile, que a la nostalgia que desprenden los boleros; pero ese juego es parte de su secreto, de la confusión de la distancia, que lo hace atractivo. La atmósfera caótica de las fotos en las paredes, lo acerca más a una casa familiar que a un restaurante, así lleva más de diez años, referente de la cubanía en Gràcia, para quien quiera visitarlo.
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