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jueves, 19 de abril de 2012

Los dioses como Benny Moré, mueren jóvenes...

"Los dioses mueren jóvenes", dijo Nicolás Guillén tras la muerte de Benny Moré, el 19 de febrero de 1963. En el momento de su fallecimiento, a los 43 años de edad, el Bárbaro del Ritmo —como le llamaban todos —alcanzaba los índices más altos de popularidad en Cuba, México, Venezuela, buena parte del Caribe y en los Estados Unidos, donde en una de sus últimas giras (1956-1957) había sido invitado a tocar en la ceremonia de los Oscar, acompañado por la orquesta de Luis Alcaraz.
Las publicaciones de la época cuentan que, cuando lo llevaron a enterrar a Santa Isabel de las Lajas, desde las cunetas de la Carretera Central brotaba la gente para saludar el cortejo fúnebre. Una vez llegado el féretro, fue despedido con un solemne rito funeral mayombero, con banderas para abrir los caminos y espantar los malos espíritus.
Peregrinaje y conquista
Hijo de Virginia Secundina Moré y de Silvestre Gutiérrez, Bartolomé Maximiliano, que fue el verdadero nombre de Benny Moré, fue el mayor de 18 hermanos. Su tatarabuelo, Tá Ramón Gundo Moré, fue aceptado históricamente como el primer rey que tuvo el Casino de los Congos en el barrio La Guinea, en Lajas, donde nació y se crió el Benny hasta que empezó a dividir su adolescencia entre Vertientes, Camagüey y su pueblo natal.
Fue con los miembros del Casino que, el entonces joven Bartolomé, aprendió a tocar
el insuni, los tambores de yuka, los de makuta y bembé (invocadores de orishas), además de comenzar a cantar y bailar con esa magia y perfección con que conquistaba al público. Su madre confirma que desde pequeño le gustó la música, y que con seis años ataba una tabla y un carrete de hilo diciendo que eran las cuerdas de una guitarra, de esta forma se hizo de la primera que tuvo. Su hermano Teodoro participaba en el conjunto que montó de muy pequeño, con machetes, clavos y latas de leche condensada (que hacían las veces de bongoes), según comenta la musicóloga Carmen María Sáenz Coopat en su libro Instrumentos de la música folclórico-popular de Cuba, publicado por el Centro de Investigación y Desarrollo de la Música.
En 1940 el Benny llegó a La Habana, dando inicio a un peregrinaje que duró casi cuatro años. Decide entonces acudir al famoso programa radial La Corte Suprema del Arte, animado por Germán Pineli y José Antonio Alonso. Luego de ser presentado, y al momento de iniciar su interpretación, "le tocaron la campana". Poco tiempo después el Benny decide volver, y ahora sí gana el primer premio. Más tarde forma parte del cuarteto Cordero. Su primer trabajo estable fue con el septeto Cauto, que dirigía Mozo Borgellá.
Benny canta por primera vez en una emisora capitalina en la CMZ, junto el sexteto Fíngaro, de Lázaro Cordero. Tras su debut en la 1010, donde actuó con el septeto Cauto, puede decirse que las cosas le fueron bien. Su carrera continúa al lado del trío Matamoros, con el que alcanzó la consagración.
En 1945 se unió a arreglistas de la talla de Pérez Prado, Ernesto Duarte, Rafael Lay y Bebo Valdés. Con este último probó suerte en el ritmo batanga, y aunque no logró pegar se acercó más a su idea de fusionar el jazz con el son. Harto conocida es su espectacular trayectoria —desde 1953— con la Banda Gigante, con la que alcanzó una demanda impresionante. El mismo Benny habla sobre el tema en un reportaje que le hiciera la revista Bohemia en 1954:
"Yo era un hombre feliz. Cantaba a gusto mis canciones en los programas de radio. Después me iba a los bailes con mi orquesta. Si no dormía en toda la noche, después tenía tiempo necesario para desquitarme. Nadie me pedía cuentas (...) Pero de pronto me enteré que había una cosa que se llama reloj, que el día solamente tiene veinticuatro horas y yo no dormía ninguna... Yo no sé qué ha pasado. Ensayo desde las diez de la mañana. Canto en una tanda por la tarde. Un show en televisión. Otra tanda por la noche en el teatro. Después dos programas en el cabaret. A lo mejor una noche tengo que salir con mi orquesta a un baile. Regreso con la claridad del nuevo día. Una noche noté que se me iluminaban los ojos y no veía nada. Tuve que detenerme en plena carretera para no irme dormido contra la cuneta (...) ¡Me estaba fundiendo, mi socio!".
Herencia afrocubana
Junto al también músico Arsenio Rodríguez, Benny Moré fue portador de primera mano de la herencia afrocubana conga (de cultura bantú y agrupada en mayomberos, kimbiseros, palo-monte, kinfuiteros y briyumberos), cuyo carácter de síntesis y fusión en la música popular cubana —ya sea en mambos, boleros, guarachas, sones y rumbas— ha sido estudiada por los investigadores Fernando Ortiz, Odilio Urfé, Rómulo Lachatañeré y Lydia Cabrera.
A pesar de tantos sabios estudios sobre la importancia de la cultura bantú en la Isla, es doloroso que 40 años después de la muerte del Benny, el Casino de los Congos siga siendo de madera y permanezca casi en ruinas, tras cobijar a uno de los músicos más grandes de la mayor de Las Antillas. El Ministerio de Cultura cubano, que invirtió en levantar en La Habana una estatua homenaje a John Lennon, allá por el año 2000 y, además, mantiene un vigilante para sus gafas, quizá pudo haber invertido alguna parte en reconstruir parte de este Casino para los descendientes congos que aun se reúnen allí, la única y verdadera escuela de música que tuvo El Bárbaro del Ritmo.







Una mirada a Benny Moré en CD

foto-obra. de Chema Madoz.


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5 comentarios:

  1. A Ileana Wilson, Angel Cordoba y Alvaro Franco les gusta esto.

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  2. Arsenio, lo leere con la tranquilidad que me ha dado esta fantástica semana !!!Jordi Roselló Casimiro

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  3. A Antonio Rodriguez le gusta esto.

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  4. A Musica Cubana les gusta esto.

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  5. A Cultura Cubana En España le gusta esto.

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