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domingo, 26 de octubre de 2014

Make love en La Habana: Posadas.



El creador de  sonidos o bandas sonoras de las películas porno, tuvo que vivir una experiencia como la que se vivía en La Habana cuando uno iba con su pareja a Los Albergues del Amor, nombre oficial, en realidad: Posadas, como se conocían popularmente. 
Después de recoger las llaves y pagar en una minúscula ventanilla, te dirigías con  el número de la habitación en la llave misma y recorrías un pasillo que se hacía infinito por las ganas y deseo que iban aumentando por los gemidos de otros que ya habían comenzado el juego, y  lanzaban al aire, y a tu encuentro, su lujuria desenfrenada: siiiiiiiiiiiiiiiiiipapi; queeeeeerico miamol; no, más suave, !no termines todavía!… El calor todo el año y la precariedad que reducía los aires acondicionados a ventiladores soviéticos de plástico que echaban muy poco o nada de aire, hacía que las ventanas abiertas aumentaran el stereo de ese sonido.
La Monumental, Canada Dry, Diana, Las casitas de Ayestarán, La Pampa, La Campiña, Venus,  había muchas posadas en La Habana, pero una de las más famosas coincidía con mi lugar de residencia en la barriada del Vedado: 11 y 24. Allí hacías una cola entre los árboles semiocultos, la cola era de matrimonios divididos por la falta de hogar propio, adúlteros furtivos en  horarios laborales y jóvenes sin habitación propia que trabajaban y pasaban de ser sorprendidos por un abuelo o unos padres.  Se iba en pareja, no era como Las Cabañas, en República Dominicana, o Los Telos, en Argentina, donde podías pedir una chica o travesti.
En 11 y 24, algunos, durante la espera, comenzaban los preliminares allí
mismo, en la cola.  La primera vez que fui quedé impactado con una pareja que comenzó con desatino lo que reservaban para su habitáculo, y sin pavor a las miradas fueron a lo suyo, concluyendo entre risas al tomar conciencia de que estaban rodeados.
Estaba oscuro, pero la palidez del culo de la chica se podía distinguir perfectamente cuando el chico le bajó las bragas (blumers). Yo hice como que no miraba para hacerme el mayor ante mi acompañante, realmente  sin saber qué hacer. Ella era castaña tirando a rubia, con ojos asiáticos, algo muy común en una isla con gran influencia china desde el siglo XIX, quizá fuera la futura protagonista de una novela de Guillermo Cabrera Infante... 
No obstante, reconozco que, ya en la habitación y luego de desnudar torpemente a mi novia, cuando comenzamos nuestros movimientos, el sonido que llegaba a nuestra habitación era como de un concurso de gemidos, tan fuertes, que era imposible sustraerse y concentrarse.  Mi chica no decía ni mu, aunque dijo que disfrutó, luego relacioné durante años, los gritos con el placer, gritos que las pelis porno han degradado al chiste con sonido digital desfasado a los gestos, pero lo vivido en mi final  de adolescencia entrando a la madurez… permanece en el oído.
La última que fui a una de ellas,  fue premonitorio. La calle donde estaba ubicada se llamaba, Barcelona, justo detrás del Capitolio,  cerca de la tabaqueria más famosa de La Habana: Partagás donde trabajó Compay Segundo. 
Fue una premonición. He vivido los últimos 14 años de exilio: en Barcelona, demasiadas coincidencias para que no sea espiritismo sexual.








5 comentarios:


  1. pues yo la primera vez que fui a 11y 24 eran las 3 y pco de la tarde y habia un show que estaba la calle cerada y un tipo o tio como quieras llamarle con un machete en la mano diciendo : yo la mato y habia un publico tremendo afuera a la espectativa , cunado de pronto sale una tia buenisima y le dice que que iba a hacer y ell tio le respondío: mira x ser esta la primera vez vamos para la casa a hablar y de pronto le callo una lluvia de tomates y naranja papas de todo lo que habia de la bodega que estaba cerca ( un poco mas sino llega a estar la policia alli lo mantan sin mas panchon majagua (esto lo puedes pulicar si quieres)
    ""
    Francisco Rafael Hechavarria Alvarez

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  2. 11 y 24 ¡Que gran formula matemática! Yo le daba 20 pesos extra al tipo de la carpeta para saltarme la cola y si, en el tiempo de espera se veían cosas muy curiosas en aquel sitio pero sobre todo se escuchaban cosas aún mejores. ¡Ñooo compadre! Me has hecho soltar los pitbull del recuerdo.
    José Antonio Quesada Areu.

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  3. Buenisimo el post!!!! Pues si..... . Recuerdo el espectáculo grotesco de ver, mientras se esperaba en la cola de un auto en La Monumental, un rato después de que desapareciera ante mi vista la silueta trasera de una cabeza femenina, comprobar lo que entre risas ya se suponía (la muchacha abría su puerta y sin mucha discreción abonaba con su escupida de semen los jardines del lugar)....
    C. R.M.

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