Algunos se asustan cuando público textos de realidad erótica nacional o del patio, o sea la red. Hace unos días publiqué un texto sobre el top less en las playas de la barceloneta, y un lector inteligente, casi todos los que tengo, me envió este texto del top lees en pleno New York, que no tiene playas pero sí muchas chicas sin prejuicio de enseñar su cuerpo nada menos que leyendo libros. Hoy cuelgo esto de Alba Muñoz... Aunque consideró que el nuevo escote es el culo, pronto daré noticias en un post...
Arsenio Rodríguez Quintana, blogger. Domingo 15 de junio. 2014
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El club de lectoras en topless, o la revancha del Book Nerd en New York.
En este club de lectura de Nueva York aman los cupcakes y los límites de la ley: si hace bueno, lo más cool es leer en topless
Luce un día radiante y un grupo de amigas lectoras se reúne en Central Park. Después de elegir parcela de césped empiezan a arrancar los envoltorios a las últimas novelas de Stephen King y Elisa Wald. Mientras discuten la definición de los términos “apogeo” y “dialéctica”, van desprendiéndose de las camisetas y los sujetadores. Alguien dice: “¡Hay que comerse los cupcakes antes de que se derritan!” Las chicas se tumban y siguen con sus lecturas: además de historias, están absorbiendo mucha vitamina D.
Así son los viernes para las integrantes de The Outdoor Co-Ed Topless Pulp Fiction Appreciation Society (OCETPFAS), un club de lectura que se caracteriza por ponerse en cueros los días soleados y por la predilección por los títulos pulp (últimamente han abrazado Borderline y Abraham Lincoln, presidential Fuck Machine. Su fundadora, A. Andrews, explicó a The Guardian los inicios de la iniciativa: “Hace cuatro veranos, un amigo y yo hablábamos de la ley que permite a las mujeres ir en topless en los mismos lugares que los hombres. La mayoría de mujeres no saben que tienen ese derecho, así que para luchar contra la ignorancia y el miedo, creamos un club de lectura. Nos encantan los libros y pasar el rato con la gente que también los ama”.
La mayoría de los miembros de OCETPFAS son chicas, aunque también hay chicos. Pocos; contados. Algo sorprendente teniendo en cuenta que en este club se sacan fotos mientras se lee o debate para después subirlas a Internet. Podría parecer otro ejemplo de exhibicionismo 2.0, pero la misión de estas lectoras es demostrar la máxima “Reading is sexy”, tantas veces reproducida, y tan pocas llevada a cabo de una forma radical: “No es más difícil tratar de leer en el parque con mujeres en topless que hacerlo con hombres sin camiseta, quienes pueden ser igual de atractivos, sexis y distrayentes”, explica Andrews. Resulta que las ratas de biblioteca son sexis, atrevidas, salvajes, y además se muestran desnudas ante el mundo. Lo que buscan es promocionar la lectura, no sus cuerpos, y disfrutar colectivamente de sus derechos y libertades.
Como era de esperar, la iniciativa ha llamado la atención en la red y en los medios de comunicación, pero desde que se fundó, OCETPFAS no ha parado de crecer como comunidad física y online: “Oh, claro, a veces algún transeúnte nos lanza una mirada sucia, pero la mayoría de las veces la gente se muestra entusiasta y nos dice que somos inspiradoras”. Para Andrews, la lectura es un goce, y también lo es la desnudez y el solecito. Ambos sexos deben poder disfrutarlas a la vez.
Leer también es un look
No es extraño que las librerías, grandes y pequeñas, tengan un apartado de merchandising relacionado con la lectura: bolsas de ropa, libretas, fulares, pulseras. Si lo puedes imaginar, sobre todo desear, existe.
Cada vez compramos menos en papel y el libro digital no tiene el éxito que debería, así que todos estos productos creados para hacer salivar los lectores-decoradores, ocasionales y empedernidos parecen ser la tabla de salvación de un sector que necesita abrirse paso como sea, también a base de parafernalia y promociones alocadas.
Lo hemos visto en las últimas ferias del libro y en Sant Jordi: códigos QR que anuncian cómo suena la banda sonora de un libro, volúmenes enlatados en packaging, libros diminutos que se leen en vertical, book tours (con autobús incluido), book trailers, versiones digitales más baratas, camisetas, perritas monísimas que son la cara visible de una editorial (Blackie Books) y, por supuesto, máxima atención al diseño. El sector está volcado en hacer que los libros sean objetos muy apetecibles.
Sin embargo, no sólo es la subsistencia de un sector; se trata también de un signo de nuestros tiempos. En la era Internet, la lectura es otra pasión compartida que ha visto ampliado su significado: leer no solo se circunscribe a una actividad, sino que puede ser una pose y una identidad.
El estereotipo de ávido lector, más bien solitario y poco dado a las relaciones sociales, debe coexistir con el Book Nerd, que participa en comunidades online, comparte sus preferencias y es, en sí mismo, una máquina de promoción de la lectura en la red. Además de reseñas y eventos relacionados, los nuevos bibliófilos son el motor simbólico de esta tendencia: listas de situaciones que solo los nerds pueden comprender,memes e imágenes atractivas sobre el acto de lectura. Estos nuevos usos son un puente, tan espontáneo como alimentado, entre el mundo editorial y el consumismo: la única forma en que la industria del contenido puede verse rescatada, pero también alimentada y promovida, por el continente.
Los nuevos ecosistemas representativos de la lectura nos indican que ésta ya no sólo se percibe como un hábito enriquecedor, una forma de irse de aquí o de pensar sin que Facebook interrumpa: también es algo de lo que presumir, de las pocas cosas, quizá, que merecen ser compartidas.
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