Julio Cortázar y J. L. Lima en La Habana.
"El pintor Mariano nos reunió en una cena, particularmente exquisita en un momento en que todo faltaba en Cuba, y Lezama llegó con un apetito jamás desmedido desde la sopa hasta el postre. Cuando lo ví saborear el pescado y beber su vino como alquimista que observa un precioso licor en su redoma, sentí lo que luego "Paradiso" habría de darme tan plenamente el descubrimiento de una poesía capaz de abarcar no sólo el esplendor del verbo sino la totalidad de la vida desde la más infinita brizna hasta la inmensidad colmada. Recuerdo que pensé en la frase de Descartes, cuando un pedante que lo veía comer con apetito se maravilló de que un filósofo pudiera crecer hasta ese punto a la sensualidad y Descartes le respondió. "¿Pero es que creéis, señor, que Dios, ha creado estas maravillas para el sólo placer de los imbéciles?"
Julio Cortázar
Leo sobre este encuentro en un bar mejicano de Grácia en Barcelona, mientras pido una variedad de tacos de este local de la Calle Torrijos. Lo curioso, es que antes entré en la librería Taifa en la calle Verdi y encontré este libro biográfico sobre Cortázar donde no sólo sale este encuentro, sino donde hay unas fotos espléndidas sobre su relación con Cuba... Lo mismo en el malecón habanero, en la Torre Iznaga o con Lezama.
Hoy no buscaba yo ninguna nostalgia con mi país de nacimiento. Y resulta que hacia donde miro, aparece una isla, y para cerrar, los tacos vienen acompañados de tres tipos de salsa, una Taquera, otra Morita y la última, -y la que más me gusta: Salsa Habanero. Me persigue la cubania, incluso cuando no la busco.
Cortázar ante la torre Iznaga en Trinidad.
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