Le debo al pesto genovés mi recuerdo fijo de esta ciudad mediterránea portuaria. He venido con mi hija y mi sobrino, Laura y el bebé de ambos, catorce años después, para volver a hundirme en el deleite exquisito de Lasaña al pesto; raviolis al pesto y de avellana. Aún me falta "pasta al pesto con esparragos y queso." Una fórmula hábil de la cultura exquisita de la pasta que hay en Italia gracias a sus marinos.
El estudiante que nos alquila el ático me explica la palabra «pesto» viene del genovés 'pestare', que significa machacar o moler en un mortero, que es la forma en que tradicionalmente se prepara esta salsa.
Ver a mi niña deleitándose con unos raviolis al pesto no tiene precio, también su futura nostalgia personal de ambos de esto, que ya arrastramos de varias ciudades europeas . A las que seguro ella volverá con amigas o pareja cuando crezca, y yo ya no seré el centro.
Hay que machacarme mucho la cabeza para sacarme este pesto genovés de mi cabeza. Es dificil que no sueñe en verde con la Albahaca, los piñones, el aceite oliva y el queso parmesano o de oveja que se han inventado estos habitantes de Liguria para obligarnos a volver por ese embrujo.
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