No me gusta evocar desastres para hablar de África, Medio Oriente o Cuba, tampoco fotógrafos que basan su obra en las miserias de países y personas, pero me han enviado imágenes de esa Habana dónde nací inundada y duele.
Es una putada que se repite y no para. La contradicción es que adoro la estética fugaz de ese malecón revuelto sabiendo el dolor que causa, ese morro fálico y ereccto que sobresale por encima de las Olas.
Y la espuma que es una evidencia orgásmica y metafórica... Creo que me pasé un poco, en fin es invierno.
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