foto Arkolano |
Flavia nació en Checoslovaquia, hoy su pasaporte dice: República Checa. De adolescente le prohibieron leer y estudiar a Milán Kundera, su compatriota, como a toda mi generación, a otro escritor exiliado del socialismo cubano: Guillermo Cabrera Infante. Ambos tenemos conciencia de haber sido pioneros socialistas, ella en largos inviernos, y yo en eternos veranos. Nosotros teniendo que usar pañoletas rojas atadas al cuello y compartir con Europa del Este, los mismos dibujos animados, la industria textil, y sobre todo autobuses y coches. También a ella la enseñaron a soñar y le robaron los sueños.
Antes de conocer a Flavia en una playa de la Costa Brava , todas las vibraciones que llegaban de
ella, era que no se integraba con los amigos de su marido catalán, pues apenas hablaba con ellos en las reuniones o fiestas. En cambio, cuando nos vimos por primera vez, ella, dos cubanas más y yo, el fluir de las conversaciones diversas sobre nuestros mundos paralelos infantiles era notable, y su marido no daba crédito con las coincidencias (político-materiales) de Europa del Este y Cuba.
ella, era que no se integraba con los amigos de su marido catalán, pues apenas hablaba con ellos en las reuniones o fiestas. En cambio, cuando nos vimos por primera vez, ella, dos cubanas más y yo, el fluir de las conversaciones diversas sobre nuestros mundos paralelos infantiles era notable, y su marido no daba crédito con las coincidencias (político-materiales) de Europa del Este y Cuba.
Flavia es solo el iceberg de anécdotas como éstas que me han ocurrido con Checos, Serbios y Rusos, dispersos por Europa buscándose la vida. El socialismo como sistema desapareció y con él desató la diáspora de todos sus vástagos, y siempre creo (me hace ilusión pensar) que fue gracias al apotegma que Guillermo Cabrera Infante escribió en su novela Tres Tristes Tigres en los años sesenta: “llegará un día que el socialismo será el nombre de una sola calle”.
No obstante, para los que vivimos marcados por ese estigma, es imposible reconstruir la memoria de la niñez con una realidad distinta, lo que fuimos tendremos que vivir padeciéndolo, tanto el sufrimiento como el disfrute.
fotomontaje de Arkolano, con un libro de Infante y un cuerpo anónimo de la Barceloneta
fotomontaje de Arkolano, con un libro de Infante y un cuerpo anónimo de la Barceloneta
muy bien dicho arsenio
ResponderEliminarbueno,yo no fui pionero,entre lealtad a mi abuelo y a la revolucion,mi abuelo triunfa.Pero eso me costo el ser solitario,pues mientras los demas ninnos integrados participaban en infinidad de actividades,yo era conducido a la biblioteca,y alli entre libros,discos de Olga Guillot y soledad,pasaron mis annos escolares.Vivencias compartidas.
ResponderEliminarExcelente blog, se los sugiero a todos!!! —
ResponderEliminarMeyling Lopez Martinez
Pues si, cuando miramos hacia el pasado la convergencia roza lo paranormal. Eso nos da la medida del alcance logrado por el imperio soviético. Pasó por el tornillo de banco a varias generaciones dejando tatuada en el sentimiento su huella para siempre y por eso tendremos que cargar, desde la sinceridad más profunda, con su presencia en las pequeñas cosas de la vida. Nos guste o no.
ResponderEliminarJosé Antonio Quesada Areu