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jueves, 12 de julio de 2012

Una supernova de apellido Rubalcaba, nombre Gonzalo


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Mientras que muchas supernovas se han visto en galaxias próximas, son es un acontecimiento relativamente raro en la nuestra. La Supernova del pianista Gonzalo Rubalcaba trae influencias marcadas de Chucho Valdés, Ernesto Lecuona, Manuel Saumell, Antonio María Romeu y Frank Emilio (por el lado cubano); también de Scott Joplin, James P. Johnson, Duke Ellington, Count Basie, Chick Corea y Keith Jarrett (por el lado norteamericano). Rubalcaba ha asimilado de tal manera estas influencias, que una vez más ha sido candidato a los premios Grammys. Esta vez en tres categorías, diferentes de la entrega del 2002. Una al mejor álbum latino de jazz; otra al mejor arreglo instrumental; la última, a la mejor composición instrumental. Un premio que se le ha escapado entre las manos en varias ocasiones y que finalmente puede acabar reconociendo lo evidente: su excelente obra.
Gonzalo Rubalcaba, quien con su esposa y tres hijos vive en Coral Spring (Condado de Broward, Estado de la Florida) desde 1996, parece estar muy ocupado musicalmente después de vivir entre La Habana y República Dominicana gran parte de los años noventa. Se sabe que fue un niño prodigio que creció en una casa habanera llena de música. Su padre, Guillermo Rubalcaba González, es un destacado pianista y director de agrupaciones de música popular, además de ser uno de los primeros maestros que Gonzalo tuvo antes de que ingresara en el conservatorio Amadeo Roldán, donde estudió batería y piano. Luego, formó varios grupos incluyendo el Grupo Proyecto, con el que grabó algunos discos en La Habana. Se comenzó a conocer mundialmente a partir del descubrimiento que hizo una leyenda del jazz norteamericano como Dizzy Gillespie, en 1985. Después, Gonzalo ha hecho historia en todos los festivales de jazz de importancia del mundo, ha sido artista revelación en Francia y Japón, ha tocado y grabado tanto con los grandes del jazz contemporáneo como con los más notables músicos populares cubanos y dominicanos.
Supernova es, ante todo, un resumen de los estilos en que se ha movido este músico durante su trayectoria profesional. La primera canción del disco, Supernova 1,recuerda al Gonzalo de los primeros tiempos, cuando deleitó a su generación en los Festivales de Jazz Plaza, en los ochenta, con piezas como Pisando el césped o Concatenación. Como es habitual en todos los bateristas cubanos que ha elegido —como El Negro Horacio Hernández o Julio Barreto, por sólo citar dos en su pasado—, aquí podemos escuchar un excelente trabajo de Ignacio Berroa. Sus enlaces con síncopa cubana, entre la batería y el piano, son de una riqueza rítmica que
resulta un lujo. No es despreciable, tampoco, el solo de bajo con que Carlos Henríquez hace su presentación (solo que, además, sigue con su voz). Esta pieza junto a otra, Supernova 2, son temas que nos hacen saber que su virtuosismo pasa por una originalidad desbordante. Mientras la batería lleva un tumbao que incluye la clave tradicional, él va desplegando las manos sobre el piano como si de una conversación imparable se tratara.
El cadete constitucional es la segunda pieza del orden original del CD, de la que el propio Gonzalo declaró: "A pesar de haber grabado ya un CD de danzones como Mi gran pasión, no había grabado un clásico de los danzones cubanos, El cadete constitucional". Dijo, además, que hasta ese momento no estaba preparado. Este clásico, escrito por su abuelo Jacobo, termina convirtiéndose en un danzón del siglo XXI en sus manos. Quizás uno de los matices más notables de esta versión sea la improvisación con el teclado, que sustituye la flauta verdadera.
Rubalcaba
Gonzalo Rubalcaba
Pasar de un danzón a un blues es arriesgado y notable; Gonzalo lo sabe hacer como nadie: pasa del Cadete... a Alma Mía demostrando que todas las influencias están en él, que a ellas se debe en lugar de al mercado (sobre todo ahora que lo cubano está de moda). Un blues para callar a todos los que opinan que le cuesta ponerse en la piel de otros grandes. Algo para escuchar detenidamente. Muchos creerán escuchar aquí influencias de Keith Jarrett, pero a mí particularmente me recuerda a Michel Petrucciani, diluido a lo Gonzalo, donde cada nota está donde se debe.
El segundo clásico con el que se atreve Gonzalo en este CD es El manisero, una pieza emblemática para la difusión de nuestra música en Estados Unidos, ya que desde 1930, cuando Antonio Machín la comenzó a grabar y difundir en Nueva York, hasta la versión reciente de Paquito D'Rivera, es un tema insigne del repertorio cubano. Aquí se versiona cercano al son pregón que le dio origen. Moisés Simons va por los caminos de Gonzalo como si coincidieran en el tiempo casi cien años después.
En Oren (Pray) —pieza que está nominada como mejor composición— vuelve la clave cubana abriendo el disco en un primer plano. Su discurso melódico es más suave, la percusión va sobre el hábil paso de una conga que se diluye. Gonzalo es más que un genio, es un recreador de nuestra música. Sabe traducir los ritmos tradicionales en algo novedoso y nuevo. Sin vulgarizar el discurso. Escuchar la clave de conga matizada con el teclado, recreando el discurso melódico, es notable; uno sabe que no está improvisando, está más allá... de cualquier palabra con que se le describa.
Más que un resumen de estilos, Supernova debe verse como una exploración de los múltiples caminos que ha seguido Gonzalo durante su carrera. Lo más interesante de este disco es la valentía que sigue teniendo el músico para intentar alcanzar lo que se propone, con la modernidad y el rigor que le dicta su talento, sin concesiones. Él sabe que lo cubano pasa por todas las influencias, no únicamente por nuestros ritmos tradicionales de moda.
Dicen que cuando se agota el combustible nuclear de una supernova real —si la estrella es particularmente masiva— su base se derrumba, alcanzando una enorme cantidad de energía. Es ésta la definición que corresponde al CD de Gonzalo, probablemente el núcleo de la lucidez que ha ido alcanzando como músico. Esperemos que no se agote.




Ron Carter ha dicho de Gonzalo: su interés 'es tocar tantos estilos como lo permita una biblioteca sonora'.














Nota: Han pasado diez años desde que escribí esta reseña en Sevilla,  para Encuentro en la red, que el novelista y director Jesús Díaz, publicó en Madrid, hoy la retomo en el décimo aniversario de este CD que parece no envejecer, también es el décimo aniversario de la muerte de este novelista cubano a quien dedicaré otro texto... En el 2002, Gonzalo Rubalcaba obtuvo el premio Grammy Latino al Mejor Album de Jazz del Año.

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