Hollywood volvió a premiar este año, a una actriz negra Lupita, mejicana-keniata con un Óscar secundario. Necesariamente me lleva ese acto a pensar en el profundo racismo hacia las actrices negras en Cuba hecho por la revolución cubana que presume de abolición del racismo desde 1959. Precisamente ayer tuve la suerte de poder volver a ver de nuevo "Fresa y Chocolate" 1993, filme cubano de Tomás Gutiérrez Alea, y entre los actores, no sólo no hay negros, sino que hace de una Jinetera, una actriz blanca, algo insólito cuando en ese país y esa época el tópico era que los extranjeros buscaban en Cuba negros y negras. Este a continuación un texto que publiqué en mi blog, que hace un análisis perfecto de este ángulo del racismo en Cuba en los últimos 50 años.
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LA HABANA, Cuba, septiembre, -Todavía recordamos el estreno habanero, en 1964, de la versión de Romeo y Julieta, bajo la dirección del dramaturgo checo Otomar Kreija. La actriz que interpretó a la joven Capuleto, Betina Acevedo, por ser negra, incomodó a mucha gente en el ámbito de nuestra cultura. Ha pasado el tiempo, pero la desigualdad racial sigue siendo un mal sin paliativos en los medios audiovisuales cubanos. Y nadie sufre este mal tan drásticamente como las actrices.
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LA HABANA, Cuba, septiembre, -Todavía recordamos el estreno habanero, en 1964, de la versión de Romeo y Julieta, bajo la dirección del dramaturgo checo Otomar Kreija. La actriz que interpretó a la joven Capuleto, Betina Acevedo, por ser negra, incomodó a mucha gente en el ámbito de nuestra cultura. Ha pasado el tiempo, pero la desigualdad racial sigue siendo un mal sin paliativos en los medios audiovisuales cubanos. Y nadie sufre este mal tan drásticamente como las actrices.
Ivana es una habanera descendiente de ruso. Tiene 29 años y trabaja en una oficina de la empresa Cubaexport. Ella testimonia: “No soy racista, pero cuando llego a casa después de una larga jornada de trabajo, mi único entretenimiento es la televisión, y quiero ver algo distinto, que recree mi espacio interior, quiero desconectar, por lo cual las historias de negros no me interesan, bastante tengo con mi realidad”.
Aseneth Rodríguez.
Maridalia es una estudiante de teatro en el ISA. Ella comenta: “Ser actriz negra en Cuba implica un sufrimiento constante. Nunca he logrado clasificar para un casting de la televisión o del cine, pues no tengo la piel de melocotón, ni siquiera he tenido la oportunidad de ser una viuda amargada. Como negra, no me siento identificada con la representación que los medios hacen de nosotras, la mulata es siempre la puta y la negra es la bruja o la chancletera. La televisión cubana es muy racista y a la hora de hacer una selección nos toca el cepo o la cama, la humillación o la tabla de planchar”.
En Brasil, las cuotas de color suben a la pasarela. En Estados Unidos, la experta en marketing Cheryl Boone Isaacs es la primera afroamericana en convertirse en jefe de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Hollywood, que durante muchos años fue un club de hombres blancos peinando canas. Mientras, en Cuba, nos preguntamos: ¿Que han logrado las actrices negras y mestizas?
Las desapariciones físicas de las actrices afrocubanas Aseneth Rodríguez y Elvira Cervera, quien supo enfrentarse al racismo, no solo en las instituciones que diseñan políticas de representación en los medios, sino también en el Instituto Superior de Arte (ISA), donde por muchos años ejerció la pedagogía, me hicieron reflexionar sobre cómo la mujer negra no ha dejado de ser una diversidad reprimida y estereotipada en los medios audiovisuales cubanos.
La baja representación de la mujer negra y mestiza en el cine y la televisión de nuestro país es una verdad que aplasta. En los últimos 50 años no han dejado de ser atravesadas por el delgado equilibrio de la violencia y la subalternidad. Tanto los medios como la publicidad estereotipan su representación. Las lógicas coloniales no han dejado de reproducirse.
Aun cuando les sobrara rigor y talento, ellas no han tenido la oportunidad de ser reclamadas por los directores, ninguna ha sido actriz fetiche, como María de los Ángeles Santana, Verónica Lynn o Adria Santana. Las negras no la han tenido fácil para conseguir hacerse un hueco en una industria tan excluyente como el cine y la televisión. Su nicho está anclado a un “mercado de la alegría” que se traduce en música, baile, sexo y performance. Desde los tiempos del teatro bufo están marcadas por el peso del prejuicio.
El cine aun no dibuja la tensión social por la que atraviesan las actrices negras. Ese mérito solo lo tiene el cineasta Rolando Díaz, con su documental Si me comprendieras (1998), que apenas se ha visto en Cuba, ni analizado con la atención que merece. Algunas actrices afrocubanas han tenido suerte de la mano del dramaturgo Eugenio Hernández Espinosa, o de la directora Xiomara Calderón, pero sólo interpretando historias de vidas de negras cimarronas, profesionales, rebeldes o insumisas.
Los filtros de selección que se tejen desde instituciones oficiales como el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), y el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), permiten la reproducción de estereotipos racistas que neutralizan e impiden su desarrollo profesional, pues tales instituciones legitiman relaciones de poder y dominación social a partir de sus imágenes. Las actrices negras y mestizas están sujetas a la erótica de poderes, y apenas logran cruzar ese filtro aquellas que intentan “pasar por blancas”.
Cine y televisión no son los únicos espacios de conflictos por prejuicios raciales. Giselle no ha dejado de ser blanca en el Ballet Nacional de Cuba. Y la estética audiovisual y sonora del reggaetón también contribuye a la devaluación social de la mujer negra. Incluso los propios hombres negros estimulan la humillación hacia ella. Basta con asomarse a los videos del intérprete de reggaetón conocido como Chocolate Nestlé.
La mujer negra es constantemente devaluada y relegada a la periferia, su propia belleza es desacreditada, es un cuerpo acosado, un sujeto reprimido, pues los papeles siempre reservados para ellas justifican el abuso sexual y la violencia física. Sin embargo, esa realidad nunca ha sido motivo de inquietud para la oficialista Federación de Mujeres Cubanas (FMC).
Cuando uno se asoma a los catálogos de las agencias cubanas de representaciones artísticas ACTUAR y CARICATOS, tropieza con los rostros de las actrices Alina Rodríguez (quien interpretó para el cine María Antonia, de Sergio Giral), Ileana Wilson, Gladys Zurbano, Monse Duany, Miriam Socarrás, Tamara Castellanos, María Teresa Pina, Luisa María Jiménez, o las más jóvenes, como Camila Arteche, pero ninguna ha sido novia en el cine cubano. El narcisismo de la sociedad tampoco las aceptaría como protagonistas.
Texto de Juan Antonio Madrazo Luna. Título original "Actrices negras, entre el cepo y la cama"
madrazoluna44@gmail.com
www.cubanet.org
Edición del texto para el blog, Arsenio Rodríguez Quintana.
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ResponderEliminarRené Espí Valero Hay un libro escrito por la gran actriz Elvira Cervera: "Por qué el arte para mi fue un reto". Es un libro revelador porque Elvira fue una de las grandes figuras del teatro, la radio y la televisión, antes y después del 59, que sufrió en carne propia la discriminación racial.
Alejandra Aguirre Ordóñez Preciosa Lupita, preciosa niña. Es sin duda, emocionante su Oscar, ese o cualquier otro reconocimiento. En este caso, Arsenio (y discúlpame por no confluir contigo siempre que me llega una etiqueta para dialogar), a mi este Oscar a una joven negra no me lleva "necesariamente a pensar en el profundo racismo hacia las actrices negras en Cuba", seguramente sea un tema interesante y escabroso como todas las exclusiones, que son tan estúpidas, tan carentes de sensibilidad.... Pero es un tema del que no sé.
ResponderEliminarA mi Lupita me lleva a pensar que es una saludable señal que la academia de actores haya decidido reconocer el talento, y el talento a fin de cuentas no es algo que pueda nublar la censura, no por demasiado tiempo.
De racismo está lleno el mundo y de sus consecuencias. “Indígenas socialistas” es quizás una frase racista, no lo sé. No sé cuántas de nuestras pasiones diarias nos llevan a discriminar. También suelo ser apasionada, a veces agresiva y el racismo en Cuba, me preocupa tanto como le racismo fuera de Cuba y de las mil maneras que hay para ejercerlo. Un beso.
Eldogma del racismo cubano es latenta en la sociedad de la isla , a pesar que le gobierno dice lo contrario y se siente con el dercho que los mulatos y negro tienen que estan acradecido de la revolucion proletaria , hay en cuab no hay un solo hombre de color notorio solo detras de banbalinas y politicas hipocritas la igualda racial es un mixto social lo cierto que la sociedad noesta divididad de secregada por color de la piel , pero si falta oportunidades espontania hacia las personas de color y no politicas tibias pensando en el que diran o creado murros de contencion al critica del mundo El racismo existen en las mentes de los hombres y hay es donde que hay que trabajar en crear valores , es paradofico que el sector del arte en Cuba es el ecenario mas notorio de esta practica , pero no solo hay es en la politica donde se dede incremetar la lucha . Yo me pregunto cuando el presidente de Cuba sera un hombre de color y no decendientes de colonialista Europeo y no es hasta el presente cubano !
ResponderEliminarAcotaciones al comentario anterior:
ResponderEliminar1- En Cuba hay un gobernante (siendo elegantes), pues los presidentes se eligen democráticamente.
2- Ese gobernante ya es de color... ROJO como el infierno
es verdad lo que dicen por que hasta las bailarinas que ponen los reguetoneros en sus videos son blancas,nada de una linda mujer negra para representar a la mujer mestiza y a la vez encontrar un medio de trabajo que le pueda generar buenos ingresos para ella
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