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sábado, 21 de junio de 2014

Merienda Dominical de Di/ al Busto del Mediterráneo.

    Di plena de mojitos...


Di no es Lady Di, es Direlia una amiga de nuestro mini clan barcelonés, que se le ocurrió una merienda dominical el domingo pasado en la azotea de Busto, donde hemos degustado en otras reuniones sus frijoles negros al Busto que comenté en otro post. Di, estuvo más cerca de  Marilyn Monroe por el diseño del vestido blanco y su voluntad de embriagarnos a todos de mojitos.
La Merienda Dominical, no es una revista de entretenimiento de domingo, sino una reunión de amigos, yo venía de un picnic en las afueras de Barcelona muy pegado a la naturaleza y la tierra. Este romántico que soy después de estar en la tierra viendo una danza Tandava en exclusiva, no para mi sino para su cuerpo y sí misma,  subir hasta el cielo de Barcelona para estar con un grupo entrañable de amigos, es cumplir con el poeta José Lezama Lima: de lo telúrico o lo estelar.

Esta vez el grupo era un equilibrio de corpus latinoamericano que iba desde mejicanos, dominicanos, venezolanos y cubanos. Con carreras que van desde la informática, a la filosofía, pasando por la actuación, por la historia contemporánea social, la historia del arte, la actuación y algo que me fascina especialmente y no tengo ni idea: inteligencia artificial...
El anfitrión Ernesto Busto, había acabado de venir de Japón, pero entre todos llevamos años de viajes por todas partes y cargamos con visiones personales de zonas y lugares dispares y otros por conocer. Por lo que las conversaciones fueron desde la represión hacia los homosexuales hecha por la iglesia católica durante siglos, a la influencia de la rumba en la música clásica, pasando por advertir a Di de los alucinógenos mejicanos, tierras donde irá pronto hacer una beca. Todo amenizado con música salsa que fue la envidia sana de otros balcones que también tenían reunión pero no tan bulliciosa y bailonga como la nuestra, que entre las comparaciones y similitudes de la represión a la libertad de expresión de Venezuela y Cuba, Caracas y La Habana, bailábamos un ajiaco de culturas, un salcocho dirían los dominicanos...
Estas reuniones deberían existir por decreto obligatorio en los exiliados. No porque tengas nostalgia, tampoco porque necesites un chute de energía post atlántica pues ninguno vive del lado de allá, y más de uno no hemos vuelto en más de quince años. Quizás por aquí adviertes por momentos  que existe la posibilidad de habitar una familia cercana que has elegido con el pretexto de la primavera que nos hablandona, hoy sábado 21 de junio a las 13 horas y da paso a 93 días de verano y de encuentros bajo el sol en pleno Mediterráneo de Serrat.



Serie de fotos en la cocina y fuera donde Di exigió el protagonismo, asesorada por Susu en la receta mojital en la cual  trabajó duro por crear este elixir cubano -mojitos- que se hace universal en primavera-verano. El lector no sabe que Di, Susu, Ernesto, Ubaldo, Lissy, César ( tenemos un emperador en el grupo) Patricia y muchos más, a cada instante miramos por la ventana o la terraza y nuestros ojos miran el mar. Yo que hago ese gesto en casa de  Ernesto, sé que mi memoria no mira al mar, mira a mi memoria de nacimiento donde hay una isla en el medio del mar. 
Si esta azotea no existiera, tendríamos que inventarla. Bailar con el mar de fondo es consolidar el cariño en la sangre, es decir en silencio un verso muy corto del mulato Nicolás Guillén para tapar la nostalgia: en fin el mar. 













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