Tendría cuatro o cinco años la primera vez que visité esta tumba con mi padre. La cantidad de recuerdos que trae de mi infancia vacacional en Santa Isabel de las Lajas, Cienfuegos, cada año, lejos de mi casa en La Habana. "Privilegios" de hijo de padres separados, donde debes adaptarte a transitar por dos mundos paralelos, que te gustan pero no se tocan. Y quizás te hacen crecer con un grado de adultez mayor, siendo un niño.
Mi abuela, Gloria; mi primo Mario, (ambos ya no están) el parque de Lajas con una pirámide, más ónice, la campana cada hora de la pequeña iglesia. Mi tío del ministerio del interior, exigiéndole que me cortará el pelo y dejará de andar con "pelúos."
Entrar en casa de la familia del Benny y escuchar ¡primo! ¡primo!¡primo!
Soy adicto a rendir homenaje a mis ídolos en sus tumbas. Escribir sobre esta del Benny Moré es una resistencia a 17 años sin volver a Cuba, y a Santa Isabel de las Lajas, ¡querida! Diría el Benny.
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