Estuve a fines de los años noventa del siglo pasado en casa de Korda en La Habana, justo en la desembocadura del río Almendares. Iba mi amiga y también fotógrafa francesa Sarah Caron. Me impactó mucho su vitalidad y la cantidad de anécdotas que nos contó de sus andanzas tras el propio Che. No obstante, fue más impactante los catálogos de fotos que nos enseñó de su obra anterior a la revolución cubana, donde llegó con una formación en publicidad extraordinaria.
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