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jueves, 14 de julio de 2016

Maya y Damian miran el mediterráneo.

Ernesto Busto captó sin duda el  momento más mágico de su hijo y mi niña en San Pol de Mar. Ellos charlan de sus cosas después de jugar parte del día en la playa al borde del mar.
Ernesto no ha hecho una foto. Ha escrito con esta imagen un poema visual, aprovechando la caída de la tarde con la luz y la complicidad del mediterráneo.

Ayer una amiga entrañable de mi niñez en Cuba, "Mercedes," que vino de Miami me dijo, ¡el mediterráneo es tan tranquilo!
Es cierto, por aquí es tranquilo. En Italia y el norte de Marruecos con la llegada o salida de emigrantes no es lo mismo. Le dijo, a Maya tras besarla, ¡tú estás muy linda, y eres "cubiche.!" Maya me miró, sin entender y dijo: -Soy catalana. Yo le dije, claro mi niña. Luego le expliqué a mi amiga que a nivel social ni institucional, aquí no se asume "de facto" el origen de tus padres. El origen está en ti. Maya no se considera cubana porque sus padres lo son.  Y a mí me alegra que así sea. Yo no quise tener hijos en Cuba, fue una voluntad, no un azar. 

Ver a nuestros hijos al borde del mar,  y saber que ambos (Ernesto y yo) llevamos más del doble de sus años cumplidos, exiliados, o sea, ¡el doble de  toda la vida de ellos sin volver a Cuba!, forma parte  de nuestra emoción. 

La belleza de algunas zonas del Maresme y la Costa Brava en verano, -yo incluiría La Costa Azul en Francia-, es tal, que resulta extraño tener nostalgia del mar de una isla...
O, ¿la nostalgia se acaba cuando comienza la felicidad de nuestros hijos? 

La secuencia íntegra y 
de "postal" de imágenes  por Ernesto Busto.

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