Es innegable el encanto emocional que genera un barrio de colores con muchas tiendas alternativas en una ciudad europea; donde la mezcla cultural es esencia de sí misma.
De Marsella me habían contado mucho, ahora sé que repitiendo tópicos absurdos siempre negativos de su emigración como si sólo fuera el mal de Europa. Que se olvidan cuando la caminas por algunas partes de la ciudad como "Le Panier" o el Montmartre de Marsella. Es obligatorio pasar por aquí detenidamente.
Ayer cuando Zoé Valdés reaccionó encantada cusando publiqué una foto en la Red de lo bien que me sentía aquí me encantó no ser el único impactado de la ciudad más antigua de Francia, con 26 siglos de historia y comercio por mar.
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