Cada vez que un amigo pare. Le digo, disfruta que se va muy rápido eso de cargar un corazón de carne en el pecho.
Hoy bajo a mi panadería por mi barra, y me encuentro a un afortunado solo y libre. Sin madre, solo padre con su corazón de carne en el pecho. Y me entra nostalgia por mi niña cuando la llevaba así los domingos que bajaba solo a leer la prensa y desayunar.
Es el momento en que los divorciados que no tenenos la compartida llamamos por teléfono a nuestro "tresor," y queremos que vuele la semana para tenerla el finde y llevarla a ver Capericita Roja.
Ya sé que no todos deseamos parir. Pero quienes hemos tenido esa suerte pegada al pecho, por fuera, ellas lo llevaron por dentro, sabemos cuan placer nos da llevarlas protegidas con nuestro calor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario