Para Israel García Quintana
Tumba habanera de J. Raúl Capablanca. |
Debo confesar que he alejado el vicio del ajedrez con el paso de los años, culpo a la literatura que leo y escribo y a la música, de la que escribo y a veces roco. Pero éste marcó mi vida hasta antes de comenzar a escribir, con 17 años, incluso, más que el béisbol, y esto último para un niño habanero, es bastante. La obsesión por el ajedrez comenzó desde muy niño. Mi hermano Israel que nació también el '19nov' siempre gritaba con orgullo, que él y José Raúl Capablanca Graupera habían nacido el mismo día. Y en los pequeños torneos que jugábamos en casa, siempre que ganaba, volvía a reivindicar el tema de su nacimiento.
Capablanca fue un ajedrecista cubano, nacido el 19 de noviembre de 1888 y fallecido en 1942, fue campeón mundial en 1921 y mantuvo el título hasta 1927. Fue un niño genio precoz que con solo trece años le ganó al campeón nacional de Cuba. Por este hecho es llamado con frecuencia el Mozart del ajedrez, jugaba desde los cuatro años, hay fotos de 1892, en una silla más alta que la de su padre para llegar al tablero.
De pequeños, a mis hermanos y a mí, nos gustaba leer las partidas de la época y las más antiguas de Capablanca que publicaban en la revista Bohemia, y entre todos, sobre todo ellos que eran mayores, las reproducíamos en nuestros tableros caseros.
Para un país tan pequeño como Cuba tener un campeón mundial de ajedrez era algo verdaderamente extraordinario, y la fama de Capablanca en nuestro país y en Estados Unidos donde estudió, New Jersey y Nueva York, fue importante, pues allí ganó muchos torneos de forma brillante con la chulería que lo caracterizaba. Eso sí, era cubano (un tópico) y lo perdieron bastante las mujeres, que lo consideraban el Valentino del ajedrez.
Es de los pocos exiliados ilustres cubanos que a pesar de morir en Nueva York, fue trasladado a La Habana y enterrado en el cementerio de Colón. El gobierno actual podría haber hecho lo propio con otros ilustres como Celia Cruz o Guillermo Cabrera Infante, pero ni se le ha ocurrido.
Recuerdo la primera vez que vi la tumba de Capablanca, me quedé en una pieza, quizás porque la decoración de la misma, es precisamente una pieza del ajedrez, el Rey... No obstante, no es el único homenaje arquitectónico que se pueda encontrar en La Habana , en el Hotel Nacional, la cornisa superior está rematada por una balconada que inserta piezas de ajedrez en su honor.
No sé si es real, pero me da un orgullo extraordinario la frase atribuida al ajedrecista norteamericano también campeón mundial, Bobby Fischer, el mejor ajedrecista de todos los tiempos es: Capablanca, Capablanca, Capablanca y luego yo.
En una casa de la esquina de 15 y C se abrio en los años sesenta lo que se conocio como La Casa del Ajedrez. En una habitacion reservada a la entrada de la misma se podia observar, desde la lejania que otorgaban dos separadores de museo de cordel futshia, las preservadas fichas que jugara el mismo Capablanca, unas fichas de madera y tal vez marfil decoradas de una forma no convencional y que se me antoja persia,y de un tamaño muy por encima del tradicional en los juegos baratos de la mass production.Ese museo duro hasta que se cerro dicha casa a fines de los setenta y desconozco el destino final de esas piezas que evoco.
ResponderEliminarJuan Perez Gracias,ARSENIO.EL Maestro Jose Raul CAPABLANCA un gran orgullo de Cuba.
ResponderEliminarUno leyendo tu blog aprende geografía e historia,además de mundología , no tenía ni idea de que el maestro Capablanca era Cubano. A mí tambien me gustaba jugar al ajedrez en mis tiempos jovenes, si nos vemos en alguna otra ocasión por Huesca, Barcelona o el cosmos, podemos jugar una vuelta.
ResponderEliminarSaludos Al.
El Hotel Nacional se construyó en plena Fiebre mundial del Ajedrez. Sus arquitectos newyorkers a la moda, la firma más reputada desde principios de siglo en la costa este (Mc Kim, Mead & White) supieron hacer un gesto de “cubanización” en el edificio ecléctico y muy dentro del regionalismo andaluz, sometiéndose a la fiebre que había desatado el Capablanca y mira por donde, también una película muda de Pudovkin (exhibida en la cinemateca cuando yo estudiaba) llamada fiebre de ajedrez, deliciosa en su risa crítica, que también aportó lo suyo a exacerbar la ajedrezomanía de los años 20s. Imagínate algo que entonces salía en el CINE y donde aparercía la imagen de El Valentino cubano del ajedrez. Vaya glamour!. Esa película puede que esté en youtube.
ResponderEliminarHeriberto Duverger Salfran (arquitecto)