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martes, 25 de junio de 2019

Charlie Haden y Gonzalo Rubalcaba fusionan jazz y bolero en 'Nocturne', un disco para coleccionar.

Nocturna consagración
Rubalcaba


Rubalcaba
Charlie Haden y Gonzalo Rubalcaba

En 2002 Gonzalo Rubalcaba, a quien por años se le resistió el premio Grammy, se ha visto recompensado con un par de ellos.

En septiembre la entrega de los Grammys Latinos dio la alegría a los seguidores del jazz cubano cuando Bebo Valdés (El Arte del sabor), Chucho Valdés (Canciones inéditas) y el propio Rubalcaba (Supernova) fueron premiados en las diferentes categorías a que estaban nominados. El hecho jerarquiza a la escuela criolla como una de las mejores del mundo. Ello adquiere más relevancia si se añade a la fiesta el disco Nocturne (Verve, 2001), que se alzó en los Grammys americanos como mejor disco de latin jazz, y donde puede encontrarse nuevamente a Gonzalo Rubalcaba. Junto con Charlie Haden definió el repertorio del CD, puso canciones suyas, realizó la producción conjunta y, como era de esperar, tocó en todas las piezas como sólo él sabe hacerlo desde que dejó la percusión para dedicarse al piano. Es bastante injusto que en la portadilla sólo aparezca Haden (seguramente una estrategia de mercado para encausar la placa en el ámbito inglés).

Es la primera vez que Gonzalo y Haden hacen un monotemático de boleros, y el disco demuestra que el jazz está muy cerca del género romántico por excelencia. Particularmente para ambos músicos, Nocturne es el capítulo último de una amistad de más de quince años, que comenzó cuando se conocieron en el Festival de Jazz de La Habana. Rubalcaba sólo tenía 23 años.

En el disco hay tres versiones de piezas creadas, inicialmente, por autores que las generaron bajo la influencia del filin; una de ellas, El borde del mundo, nada menos que de Martín Rojas. Aquí Gonzalo diserta con una introducción influenciada por los maestros de la pianística europea clásica, aunque luego se moverá en el tango con fuerte presencia del bolero. La segunda pieza del CD, No empeñes más, de Marta Valdés, es un típico bolero-filin, como apunta sabiamente Leonardo Acosta. En él puede apreciarse que Gonzalo, como en su anterior Supernova, (sigue en el libro EL ARTE DEL SABOR, tres de café y dos de azúcar. DOS SIGLOS DE MÚSICA CUBANA. EN EBOOK Y TABLA BLANDA se puede comprar desde cualquier país.

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