Es curioso, mis primeras referencias de atentados terroristas se remontaban a los que me contó mi madre de La Habana de los años cincuenta. Ella vivió un atentado en un cine en Centro Habana, efectuado por el movimiento 26 de julio, no hubo heridos, que ella recuerde, pero el pánico de la sala oscura y el desespero por salir cada uno primero no se le olvidará nunca.
Una tía también vivió en la misma época otra bomba casera con heridos en una fiesta de 15 años de una joven, cuyo único delito era ser la hija de un militar alto cargo del gobierno. Esa lucha clandestina de atentados en sitios civiles contra el gobierno anterior a la revolución de 1959, es impartida en el sistema educativo cubano en el que estudié como un orgullo para derrocar al régimen de Batista por los hermanos Castro. Todavía puede leerse sobre la "heroicidad" de estos actos en la Revista Bohemia de Cuba, en un número especial por el 50 aniversario de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, en 2006:
8 de noviembre 1957. (...) Noche de las cien bombas en La Habana, acción exitosa del Movimiento 26 de Julio que no causó ninguna víctima civil, organizada por Sergio González, el Curita.
¿Las víctimas son solo muertos? ¿No hubo heridos leves, se cuidaron de que no hubiesen niños alrededor de esas cien bombas, ni embarazadas, ni ancianos, no quedaron secuelas psicológicas por el estallido de una bomba al lado...?
Ojalá la memoria visual que hoy tenemos de los hechos terroristas del 11-S cambie la perspectiva de esta historia de violencia para conseguir el poder o elevar ideales no tan claros.
Photo Pierre Verdy - AFp.