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martes, 28 de enero de 2020

Los ñañigos una sociedad secreta única. Abakuas... Réplica a La Vanguardia

Lo ñañigos eran una sociedad secreta creada por esclavos negros llegados a Cuba hacia 1820 procedentes de Nigeria. Se distinguían por "su comportamientos violentos y por rituales de origen tribal," pero con el tiempo se les añadieron blancos y mulatos, incluidos algunos delincuentes comunes.
Los ñañigos según La Vanguardia, según  BARCELONA


En Los Ñáñigos, Premio Casa de las Américas 1982, el investigador Enrique Sosa sintetiza: “Abakuá, sociedad secreta exclusiva para hombres, autofinanciada mediante cuotas y colectas recaudadas entre sus miembros, con una compleja organización jerárquica de dignatarios (plazas) y asistentes, la presencia de seres ultramundanos, un ritual oscuro cuyo secreto –celosamente guardado- se materializa en un tambor llamado ekwé, con ceremonias de iniciación, renovación, purificación y muerte, beneficios temporales y eternos, leyes y castigos internos de obligatoria ejecución y aceptación, un lenguaje hermético, esotérico, y un lenguaje gráfico, complementario, de firmas, sellos y trazos sacros constituye, hasta nuestros días, un fenómeno cultural sin paralelo en Cuba y en América (…) De él provienen fonemas, inflexiones del lenguaje y formas sintácticas de uso habitual, así como rasgos psicosociales que sirvieron en el pasado para calificar a los ñáñigos de jaques petulantes, camorristas naturales proclives a la delincuencia hasta por lombrosianas causas natas (…) Desde la segunda mitad del siglo XIX y hasta muy entrado el XX, los ñáñigos fueron acusados de criminales –lo cual, en casos particulares, fue cierto- y brujeros, temidos, vituperados y envueltos en una atmósfera sensacionalista que lucró con el temor, producto de la ignorancia con respecto a la naturaleza de sus creencias y ritos, así como de intereses clasistas, alarmitas, oportunistas y desvergonzadamente falsos, anticientíficos”. Ante todo, para pertenecer a la secta hay que ser hombre de verdad. Pero también buen padre, buen hijo y buen esposo, y desde hace años, según me han comentado ekobios (miembros de una Sociedad) conocidos, “no tener antecedentes penales…” Otro investigador del tema, Jesús Guanche, amplía: “en la medida en que fue avanzando el siglo XX, muchos ñáñigos ocuparon puestos como dirigentes sindicales en los muelles de La Habana y Matanzas. El movimiento obrero se hacía cada vez más fuerte y realmente lo que se produjo fue una asimilación de los abakuá por parte del sindicato marítimo portuario”. Y agrega el intelectual cubano: “Con el triunfo de la Revolución, los integrantes de las sociedades abakuá conservaron sus creencias y prácticas rituales, pero a su vez, se vieron inmersos en el proceso de cambio general que abarcó a toda la sociedad cubana…”
Para reafirmar lo anterior, extraigo este testimonio aparecido dos décadas atrás en la revista Cuba, bajo la firma del colega Jesús Abascal López: “Y como somos amantes del progreso y nuestra religión no está reñida con los cambios que se han producido en la sociedad cubana, los ñáñigos matanceros van también al trabajo voluntario cuando hay movilizaciones en todo el país. Y tenemos ekobios que son miembros de las MTT y otros fueron combatientes en Playa Girón y en el Escambray, y otros también son internacionalistas, como colaboradores civiles o soldados (…) En una comunidad como la nuestra, la cubana, el poder está en manos de los trabajadores. Y nosotros, los ñáñigos, como trabajadores, nos sentimos parte de ese poder. Así interpretamos nosotros la libertad de cultos, la libertad de reunión, la libertad de creencias…” (Rafael Torriente, por entonces presidente de Ekori Abakuá, unión fraternal de potencias, juegos o tierras de Matanzas).

Rubén Darío y Barcelona

Ticià 16 en Vallcarca, casa donde vivía Rubén Darío

                            Rubén Darío dinant al Cau Ferrat amb Santiago Rusiñol, Rahola, Guido i Bueno, entre d’altres.

Siempre me creí ilusoriamente que era Julio Cortázar, por la forma en que este me enseñó París, y cómo me enseñó Barcelona, sus juegos en el park Güell, hasta que he leído este texto de Rubén Darío donde da de pleno en cómo tras abandonar París puedes perfectamente aterrizar en Barcelona.

"Dejé a París, sin un dolor, sin una lágrima. Mis veinte años de París, que yo creía que eran unas manos de hierro que me sujetaban al solar luteciano, dejaron libres mi corazón. Creí llorar y no lloré...Y ya en Barcelona, en la calle Tiziano, número 16,en una torre que tiene jardín y huerto, donde ver flores que alegran la vida y donde las gallinas y los cultivos me invitan a una vida de manso payés, he buscado un refugio grato a mi espíritu (Rubén Darío)"