Dirección a Capilla Sixtina por la galería de los Mapas. foto Arkolano |
La noche que salí solo, caminando por las calles aledañas al Vaticano, fue mi noche romana. Llevaba seis días en Roma, recorriendo todo lo que podía de esta parte de la ciudad en verano.
Cuando salí, me invadió con insultante olor a queso, pizzas y pastas, que inundaban las aceras de pequeños restaurantes plenos de turistas. En la mañana de largos recorridos y cansancio por las plazas y ruinas infinitas me recordó el polvo y dejadez habanera, que deja que su decadencia te contamine a su gusto, y casi todo parece que sobrevive a las ruinas entre ruinas y sobre ellas mismas. La diferencia es que estas ruinas cultas de más de 2ooo mil años te enriquecen y aquellas te hacen vivir en la pobreza.
Llegué a pie al Castello de Sant'angelo cerca de la tumba de Adriano, cuya novela Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar; sobre su vida, había leído traducida por Julio Cortázar en el parque Zapata, en 5ta Ave y 26, en Miramar, desde donde ahora salen en silencio contestatario las "Damas de Blanco" en protesta por el encierro de sus maridos.
Me detuve en medio de dos puentes, de un lado el Puente del Ángel y del otro, el de Vittorio Emanuele, quizás porque muy cerca un hombre tan viejo y solo como yo,
tocaba en un saxo tenor, My Way, estirando las notas similar a Chet Baker, haciendo que el sonido ennoblecen los contornos de aquel espacio, dándonos a puentes, personas y río, una unidad que no poseíamos sin aquel sonido rajado de césares que siempre es metáfora de un dolor lejano o un abandono.
tocaba en un saxo tenor, My Way, estirando las notas similar a Chet Baker, haciendo que el sonido ennoblecen los contornos de aquel espacio, dándonos a puentes, personas y río, una unidad que no poseíamos sin aquel sonido rajado de césares que siempre es metáfora de un dolor lejano o un abandono.
Maya, por la mañana, había gritado de forma inhabitual dentro del silencio de la Capilla Sixtina con sus ocho meses, solo se calmó tras un biberón de leche. Luego tuvo fiebre de 39 y me puse histérico y mi suegra me mandó a paseo tras la tormenta. Maya no tenía nada al final.
Ese grito y la melodía de un saxo son ahora la banda sonora de esta noche solo por las calles de Roma, palabra que tiene la fortuna de que inversa es amor; y te deja toda ella en la jodido condena de volver para amarla hasta que te duela, y luego seguirla amando. Eso que un argentino roquero canta como nadie cuando dice:
Ese grito y la melodía de un saxo son ahora la banda sonora de esta noche solo por las calles de Roma, palabra que tiene la fortuna de que inversa es amor; y te deja toda ella en la jodido condena de volver para amarla hasta que te duela, y luego seguirla amando. Eso que un argentino roquero canta como nadie cuando dice:
"El amor después de amor..., se parece ha este rayo de sol..."