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jueves, 25 de octubre de 2012

Nueva York, meca del mambo hace medio siglo/ melomanías



(Un recorrido anecdótico a través de la génesis, la evolución y los principales cultores del género.)
Hace 60 años Nueva York fue la capital del mambo, ritmo que estremeció al mundo desde que el cubano  Dámaso Pérez Prado grabara sus primeras piezas en México a fines de la década anterior. Pérez Prado llega a la urbe neoyorquina en 1952 y a través de los innumerables clubs latinos de esta ciudad crea el reinado del mambo, que tuvo un precedente destacable en Mario Bauzá, Machito y Chano Pozo. Ellos habían sembrado la semilla con su afrocuban-jazz, denominado primero Bebop, y rebautizado como Cubop.
A inicios de la década del 50 el
Pero Nueva York no era sólo música. Establecida la hegemonía de EE UU después de la II Guerra Mundial, se fortaleció una noción del tiempo identificada con la modernidad y el progreso. Con el acceso a mercancías que incorporaban los avances de la ciencia al confort cotidiano (teléfono, televisión, coches, electrodomésticos, etc.), Norteamérica presentaba una faz distinta que abría el camino a un generalizado optimismo popular. Se trataba del capitalismo desarrollado "desde abajo", no por una aristocracia, sino por el capital acumulado desde el raciocinio y el esfuerzo.
También en 1952 Andy Warhol realiza su primera exposición individual en Nueva York, titulada
Es éste el ambiente cultural y social que vive Pérez Prado al llegar a Nueva York. El camino de lo meramente popular,
Así fue como el club Palladium se convirtió en una fiesta para los fans del nuevo ritmo. Con un inmenso salón que alojaba a mil parejas, el Palladium estaba emplazado en Broadway, en la calle 53, corazón del ambiente musical y teatral de Nueva York. A fines de los 40 las parejas norteamericanas no llenaban la pista del club, por lo que la gerencia decide organizar los domingos unas sesiones matinales, dedicadas a la música caribeña. Tras un increíble éxito, con el recién llegado mambo, los encuentros se empiezan a dar también los miércoles por la noche y, antes del año, se extienden a todos los días.
En estas sesiones participaron Pupi Campo, Eddi Carbiá con sus mamboleros, César Concepción, Marcelino Guerra, Machito y sus Afrocubans, el pianista puertorriqueño Noro Morales, los también boricuas Tito Puente ("El Chico del Mambo") y Tito Rodríguez, y otro cubano, Gilberto Valdés. Todos, de alguna manera, hacían mambo. Los Afrocubans de Machito, la orquesta de Tito Puente y la de Tito Rodríguez —un extraordinario vocalista que dominaba todos los sabores de la música caribeña—, fueron los conjuntos que colocaron al Palladium en un lugar destacado en la historia del baile y la música caribeña en Nueva York. La primera orquesta que acompañó a Machito en el Palladium fue el conjunto Picadilly Boysde Tito Puente, que pronto se ampliaría para convertirse en orquesta.
Tal fue el arraigo de este género en Nueva York, que en 1953 el pianista y orquestador cubano Joe Loco organizó una gira que abarcó las principales ciudades de los Estados Unidos, y a la que denominó Mambo-USA. El
No escaparon a la "fiebre" del mambo músicos norteamericanos como Perry Como, Rosemary Clonney, Les Brown, Charlie Parker, Stan Kenton, Woody Herman, Billy Taylor, Art Pepper, Errol Garner, Carl Tjader, Shorty Rogers, Howard Rumsey, Count Basie, Dizzy Gillespie, entre otros. El mambo se fue imponiendo en el gusto de europeos y asiáticos, y fueron frecuentes las actuaciones y grabaciones de Pérez Prado en muchas ciudades de Europa, cuando ya era un ídolo en Japón.
El éxito del mambo y la moda cubana en Nueva York se debe también al programa televisivo
Después de la experiencia mexicana del mambo, el escritor Alejo Carpentier aseveró en 1951:
"Soy partidario del mambo, en cuanto este género nuevo actuará sobre la música bailable cubana como un revulsivo, obligándola a tomar nuevos caminos. Creo, además, como esos otros mambistas convencidos que son Sergiu Celibidache, Tony Blois, Abel Vallmitjana y otros, que el mambo presenta algunos rasgos muy dignos de ser tomados en consideración:
1. Es la primera vez que un género de música bailable se vale de procedimientos armónicos que eran, hasta hace poco, el monopolio de compositores calificados de 'modernos' —y que, por lo mismo, asustaban a un gran sector del público.
2. Hay mambos desechables, pero los hay de una invención extraordinaria, tanto desde el punto de vista instrumental como desde el punto de vista melódico.
3. Pérez Prado, como pianista de baile, tiene un gran sentido de la variación, rompiendo con esto el aburrido mecanismo de repeticiones y estribillos que tanto contribuyó a encartonar ciertos géneros bailables antillanos.
4. Todas las audacias de los ejecutantes norteamericanos de jazz, han sido dejadas muy atrás por lo que Celibidache llama el más extraordinario género de música bailable de este tiempo".

(más en el libro