Después de tomar un helado con mi hija el domingo en la noche. O mejor, ver su rostro de felicidad cuando toma un helado soy capaz de pensar en expresiones como esta..." Sería capaz de tener un hijo sólo para mirar su rostro cuando se toma un helado."
Ya sé que soy exagerado, pero el placer de ver como devora un helado en la barceloneta, con el Mediterráneo de fondo, la luna llena, una palmera y cantidad industrial de gente en grupo sentadas en la arena viendo caer la tarde de domingo, siendo felices, o teniendo razones para pensar que lo son, te queda un gusto agradable.
Un día después estas sólo y el MP3 del coche te hace la jugada de poner una canción de Roberto Poveda, que desde New York te dice... Días, días días llenos de melancolía... Y te pones triste, y miras el asiento de atrás y vas sólo, se lo digo a Poveda por facebook cuando cuelga una foto suya que me gusta... Y recibo el consuelo de un abrazo desde New York y me doy cuenta que la soledad es relativa. Y que hay que estar sólo para aprender a extrañar. Y aprender a vivir cuando te dice tu niña desde otra ciudad, papa tuve pesadillas anoche...
Y yo recuerdo que en el primer poema que le escribí dije... sería capaz de vigilar su sueño con un sable para intentar que no lleguen pasadillas a su sueño. ¡Vaga ilusión de poeta!...
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