"Vengo a conocer la tierra de mi padre". Son palabras de Antonio Lugo
Machín, el más conocido cantante cubano en España, establecido en la
península desde 1939 hasta su muerte en 1977. Muy pocos saben que su
padre era gallego orensano: emigró a Cuba y se casó con una criolla
teniendo a otros quince hijos, entre ellos varios que también fueron
músicos. Machín no hubiese tenido problemas para ser español y venir
como otros cubanos, años más tarde. Pero esa sería otra historia.
Antonio Machín nacido en el pueblo de Sagua la Grande, en la provincia
de Santa Clara, en 1903. Antes de músico fue albañil. Su primera etapa
fue muy difícil y se vio forzado a trabajar a la edad de ocho años para
ayudar a pagar numerosas deudas de su padre.
Un día estaba en la calle, cerca de su casa, cantando calladamente.
Un sacerdote que caminaba por allí le oyó y lo alentó a hacerlo en un
fiesta. Cantó el
Ave María de Schubert.
En 1926 se fue a La Habana, donde un español le ayudó a conseguir un
contrato para cantar en un pequeño café. Ese año formó dúo con el
guitarrista Miguel Zaballa. Un año después Don Azpiazu, director de la
orquesta Habana Casino, añadió el dúo a sus actuaciones del Casino
Nacional de la Habana; así se convirtió en cantante del Casino Nacional,
primer negro que cantara en este exclusivo lugar, sitio donde se podía
encontrar a los terratenientes cubanos y norteamericanos, a la clase
alta, estrellas de cine, millonarios y diplomáticos, que bailaban y
buscaban romance.
El 26 de abril de 1930 actúa en Nueva York, en el teatro Palace de
Broadway, la orquesta de Don Aspiazu, quien empleó por primera vez ante
un público norteamericano una sección rítmica con instrumentos típicos
afrocubanos. El cantante se consagra interpretando
El Manisero, de Moisés Simons, y
Mamá Inés, de Eliseo Grenet.
El Manisero fue la primera canción cubana que se convirtió en
hit
en Norteamérica, alcanzando ventas de más de un millón de copias ese
año. Dato importante, que nos da una idea de la popularidad de Machín
antes de llegar a la península. Luego, en el mismo New York, graba
varios discos para la RCA Víctor con un cuarteto que forma en esta
ciudad, El Cuarteto Machín (clave, tres, guitarra y trompeta),donde
participara quien luego fuera el máximo creador del jazz latino o
afrocubano en esa ciudad: Mario Bauzá.
Posteriormente llegó a Barcelona, en septiembre de 1939. Venía de
París y traía las canciones que había grabado en América. Llegó
alejándose del conflicto bélico que toda Europa presentía. Antes había
estado dos años en Londres. De esta etapa poco conocida de su carrera,
cuenta en 1969 al periodista Angel Casas: "Crucé el charco yo solo,
contratado para intervenir en una revista en el teatro Adelhis, en la
que cantaba el
Lamento Africano, de Lecuona. El espectáculo duró dos años. Los fines de semana los pasaba en París. Y desde allí a Barcelona".
En Barcelona se alojó primero en una pensión, luego en un hotel de la
Plaza Cataluña –encima del cabaret Rigat, ya desaparecido; y luego,
definitivamente, en un piso cerca de la Diagonal. Debutó en la Sala
Sangay de Barcelona, una especie de local de alterne, recibiendo por su
trabajo la cantidad de 25 pesetas diarias. Alternó este trabajo con
actuaciones en diferentes cines de barrio donde actuaba al acabar la
doble sesión cinematográfica.
En Madrid se presentó en la Sala Conga, donde irrumpió por su cuenta
en el escenario porque le negaban la contratación alegando que era un
desconocido. De ahí pasó a Casablanca y al Circo Price. Con el tiempo
abrió un bar que llamó "Machín". En 1941 graba sus primeros temas.
Cuando regresó a Barcelona en los sesenta, cobraba 35 mil pesetas por
gala y se hospedaba en el hotel Manila, cerca de las Ramblas, donde fue
entrevistado para un libro sobre música española y la revolución del
disco.
No es casual que esté enterrado en Sevilla, previo pedido. En esta
ciudad encontró a su futura esposa y junto con ella la estabilidad del
éxito en toda España.
Dicen unos que a Sevilla llegó para inaugurar un bar al final de
calle Tetuán, llamado Kursal, otros dicen que su debut fue en el Hernar.
También se sabe que actuó en el Líbano, un parque, y en el Casino de la
Exposición de Sevilla. Su hermano Hugo residía antes que él en la
ciudad y se ganaba la vida de fontanero; tenía su fontanería en la calle
Águila y cuentan que fue el primero en desembarcar en esta ciudad en
1929, y no Machín.
Machín se casó Ángeles Rodríguez en Sevilla, el 10 de junio de 1943,
en la iglesia de San Luis de los Franceses, una de las capillas barrocas
más importantes que se conservan en esta ciudad. Vivió un tiempo en el
barrio de la Cruz Roja, en la calle Manuel Mateo, que ahora –hace solo
unos meses– se llama, precisamente en su honor, Antonio Machín. Vivía en
un chalet con su suegro. Luego se mudó para el barrio de Heliópolis,
una urbanización hecha para la Exposición de 1929.
Graba
Angelitos Negros en 1947, y el éxito alcanzado por el tema supuso su asentamiento definitivo en España. Un año antes había grabado
Toda la vida, y uno después
Dos gardenias.
Su triunfo es tal, que ya a fines del cuarenta pasa a cobrar
doscientas pesetas, luego trescientas cincuenta, y a fines de los
sesenta cobrará treinta y cinco mil pesetas por cada gala que realiza.
Ello sin tener representante de ningún tipo. Cuentan que era un hábil
negociador que supo mantenerse a pesar del tiempo.
Cementerio de Sevilla donde está enterrado. Las veces que vosité su tumba siempre me llamó la atención el mármol casi negro con las letras blancas. Justo detrás está la tumba de otra cubana: Gertrudis Gómes de Avellaneda.
Desde 1994, cuando se celebró el primer "Encuentro del Son cubano y
el Flamenco" –allí Compay Segundo echó ron en su tumba sevillana, y le
tocó y cantó
Dos Gardenias acompañado del pueblo y toda la prensa
nacional–, Antonio Machín resucita a su manera cada año, y nos hace
saber que está presente. Quizá, desde Cuba, llegó a sembrar su voz en la
península en una suerte de pacto consanguíneo. Esto hace pensar,
además, que no sólo viajó buscando el triunfo, que finalmente alcanzó,
sino que de alguna manera cerró el círculo de exilio y emigración que había abierto su padre
cuando viajó a la Isla desde Galicia, buscando también nuevos
horizontes.
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