Joan Margarit
"Vivir es buscar el lugar desde donde poder amar." El título de este post y esta primera línea es de Joan Margarit, poeta catalán de larga trayectoria Y el más leído de Catalunya. Pasa los 70 años. Es sabio, además de poeta.
Lo entrevistó Núria Escur. Yo edité un post mínimal...o sea, la esencia. Estoy en la habitación 119 del hotel Holiday Inn, la calle Alcalá está a solo unos metros del balcón...¿Qué hago leyendo a un poeta catalán en Madrid, será la fonética Margarit con Madrid, o la nostalgia por Barcelona?
El amor:
"Amar es un lugar, pero no es nunca el mismo. Cambia de intensidad, de color según las edades de la vida. Vivir es no dormirse, es buscar desde donde poder amar."
La edad:
"La edad te ahorra la angustia por las cosas fundamentales. (...)Con la edad ya puedes decir lo que piensas, sabes que la vida es riesgo y la seguridad no existe. Hay dos edades en la vida que lo ces todo muy claro: infancia y sentido. "
La tristeza:
"La poesía es el mejor instrumento de gestión de la tristeza"
No es fonética. Margarit es sabio en la prosa del verso. Margarit es un maestro que debe leerse en todas las lenguas...
frag del poema...
"El Primer Amor"
Descansando la frente en el cristal,
miraba una navaja larga y fina,
bella como una estatua de mármol.
Puesto que en casa no querían armas,
fui a comprarla en secreto y, al andar,
la sentía, pesada, en mi bolsillo.
Cuando, a veces, la abría, muy despacio,
surgía, recta y afilada, la hoja
con esa conventual frialdad del arma.
Silenciosa presencia del peligro:
la oculté, los primeros treinta años,
tras los libros de versos y, después,
en un cajón, metida entre tus bragas
y entre tus medias.
Hoy, cerca ya de los cincuenta y cuatro,
vuelvo a mirarla, abierta en la palma de mi mano,
igual de peligrosa que en la infancia.
Fría, sensual. Más cerca de mi cuello.
En Catalán...
Amb el front descansant damunt del vidre,
mirava una navalla llarga i fina,
bella com una estàtua de marbre.
Com que els de casa no volien armes,
vaig comprar-la en secret i, en caminar,
la sentia, pesant, dins la butxaca.
A vegades l’obria a poc a poc,
i sorgia la fulla, recta i prima,
amb la conventual fredor de l’arma.
Presència callada del perill:
vaig amagar-la, els trenta primers anys,
rere llibres de versos i, després,
dins un calaix, entre les teves calces
i entre les teves mitges.
Ara, a prop de complir els cinquanta-quatre,
torno a mirar-la, oberta al meu palmell,
tan perillosa com a la infantesa.
Sensual, freda. Més a prop del coll.