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lunes, 23 de septiembre de 2019

La plaza Sant Felip de Neri, belleza y dolor

Saliendo de la Catedral de Barcelona directo a la plaza Sant Jaume, por la calle Obispo, estrecha y llena de gárgolas,  llegas a una plaza pequeña donde siempre alguien toca un instrumento llamada Garriga i Bachs, frente al Claustro de la Catedral,  por cualquiera de las dos calles que la cortan, carrer  Montjuïc del Bisbe o Sant Sever llegas directo a la plaza Sant Felip de Neri. Una, Bisbé te lleva directo a la plaza, la otra te lleva por otro ángulo entrando por el carrer Sant Felip de Neri.
Una plaza peculiar que no tiene salidas, solo callejuelas.
La memoria viva de la guerra civil española está visible en sus paredes que aún se conservan las heridas que destrozaron la vida de niños republicanos que se escondieron en la iglesia.
Es una plaza obligada para visitar pues es una cita con la historia, a mi me gusta por su belleza y su dolor.

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“Los agujeros el origen de los agujeros hay que retrotraerse a 1938, a los últimos compases de la Guerra Civil.

Los agujeros, más concretamente, se deben a un bombardeo provocado por el bando franquista durante la contienda, en plena toma de Barcelona. El luctuoso acontecimiento tuvo lugar el 30 de enero de 1938 y provocó la muerte de cuarenta y dos personas. La mayoría de ellos eran niños que asistían a la guardería de la plaza y que buscaban refugio en los sótanos de la iglesia. En el momento del bombardeo, los terrenos de la actual plaza los ocupaba un cementerio medieval. Poco quedó después de la bomba, que arrasó con las casas cercanas y causó ciertos daños, aún presentes, en la iglesia.

De hecho, una placa lo conmemora desde 2007, ésta reza: «En memoria de las víctimas del bombardeo San Felipe Neri. Aquí murieron 42 personas -la mayoría niños- por acción de la aviación franquista del 30 de enero de 1938”.