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lunes, 13 de enero de 2020

Arsenio Rodríguez lee dos poemas de ´"Me gusta dar de comer a los elefantes, su último libro."

Estos poemas los leí para TEATRO CASA ART, (TCA), sitio en el eixample Barcelones que dirigen Malena y Miquel, directora de teatro  y profesor y conferencista de arte, respectivamente,  donde se hacen conferencias,  lecturas literarias, sociológicas, y  se narran o cuentan experiencias de viajes al Tíbet, entre otras cosas...
Los leí -decía, porque se iba hacer un encuentro un fin de semana que íbamos a pasar en París Joanna y yo por temas familiares en 2019.
Estos que escuchareis, no fueron escogidos para pasarlos en video ese día, por mi dicción o por la lectura no lo sé. Pero tras sacar mi libro ME GUSTA DAR DE COMER A LOS ELEFANTES, el 29 de noviembre, justo el día que cumplí 20 años en Europa, he visto los videos y he dicho, ese soy yo quien los escribe, quizás mis lectores del blog que ya van a cumplir algunos diez años leyéndome quizás les parezca bien verme en una dimensión distinta.



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Respuesta histórica de por qué un catalán no se siente español por las dudas de algunas. Jordi Sedó.

España. Primera consideración, que algunos tendrán por poco menos que una herejía: España no es una nación, sino un Estado. Diferencia sustancial. Un Estado, además, relativamente joven, forjado por la monarquía absoluta borbónica de 1714 después de un conflicto bélico. Anteriormente, existía la Monarquía Hispánica, un sistema político y administrativo surgido del matrimonio de los Reyes Católicos, soberanos de los reinos de Aragón y Castilla, pero no monarcas de España. Con el paso del tiempo, los territorios peninsulares, islas e incluso otros de ultramar, llegaron a tener un monarca común, pero aquéllos conservaban sus propias leyes e instituciones por lo cual las prerrogativas y derechos que ese único monarca tenía sobre ellos era diferente en cada uno, en virtud de cada particular ordenamiento jurídico propio. Esos derechos y privilegios, sin embargo, fueron desapareciendo, entre graves problemas, en favor de Castilla.
Pero, hasta entonces, nadie había discutido a Cataluña su derecho a gobernarse, ya que su pertenencia a la Monarquía Hispánica no iba más allá de compartir monarca con los otros territorios, pero conservaba su cultura, sus leyes, sus instituciones y sus costumbres hasta que fue conquistada en 1714 por Felipe V de Borbón por la fuerza de las armas. Éste, con la promulgación sucesiva de los Decretos de Nueva Planta desde 1707, sometió Valencia, Aragón, Mallorca y Cataluña, sobre todo desde 1716, a las leyes absolutistas de Castilla (nótese que eran las de Castilla y no las de España, ya que no existía un ordenamiento jurídico completo que fuera común), dejó sin efecto las leyes catalanas, cerró universidades, restringió tanto como pudo el uso de la lengua catalana en un territorio cuya inmensa mayoría era monolingüe y, por tanto, desconocedora del castellano y, en definitiva, castigó severamente a la población por haberse alineado en contra del Borbón en la sangrienta Guerra de Sucesión.
España, la España que hoy conocemos, esa que establece la Constitución y que hay quien quiere hacernos creer que es incluso anterior a la mismísima Creación divina, esa España no existía todavía. Y esto no es opinión. Es historia. La anexión de Catalunya al ordenamiento jurídico castellano, por consiguiente, fue traumática, en absoluto consentida y mucho menos deseada por los catalanes; y se obtuvo a través de un triunfo militar de los ejércitos borbónicos sobre las tropas catalanas, gracias a un sitio final a la ciudad de Barcelona por parte de las tropas de Felipe V que se prolongó más de trece meses, durante los cuales nadie podía entrar ni salir de la ciudad, que acabó capitulando por hambre e insalubridad el día 11 de septiembre de 1714. No me negará usted, amigo lector, que, como comienzo, no es de los más estimulantes para un catalán. ¿Es por ese episodio, ciertamente no demasiado edificante, que deberíamos considerarnos españoles?
DIARIO 16.