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miércoles, 7 de agosto de 2019

Discurso Antiracista y Feminista de la premio Nobel en 1993, Tony Morrison

Había una vez una mujer anciana. Ciega pero sabia». ¿O era un hombre anciano? Acaso era un gurú. O un griot calmando chicos inquietos. Yo escuché esta historia, o una exactamente como esta, en el saber popular de varias culturas.
«Había una vez una mujer anciana. Ciega. Sabia».
En la versión que conozco la mujer es hija de esclavos, negra, americana y vive sola en una pequeña casa afuera del pueblo. Su reputación respecto de su sabiduría no tiene par y es incuestionable. Entre su gente ella es a la vez la ley y su transgresión. El honor y el respeto que le tienen va hasta mucho más allá de su pueblo; llega hasta la ciudad donde la inteligencia de los profetas rurales es una fuente asombrosa.
Un día a la mujer la visitan unos jóvenes que vienen con la intención de desaprobar su clarividencia y poner en evidencia el fraude que creen que ella es. Su plan es simple: entran en su casa y le hacen una única pregunta, cuya respuesta manifiesta la diferencia que tienen con ella, una diferencia que ven como una profunda ineptitud: su ceguera. Se le paran enfrente y uno le dice: «Anciana, tengo en mi mano un pájaro. Dígame si está vivo o muerto».
Ella no contesta y repiten la pregunta: «¿Está vivo o muerto el pájaro que tengo?»
Tampoco contesta. Es ciega y no puede ver a sus visitantes, mucho menos lo que tienen en sus manos. No sabe el color de su piel, de dónde vienen ni si son hombres o mujeres. Solo conoce sus motivos. El silencio de la mujer es tan largo que los jóvenes tienen dificultad para aguantar la risa.
Finalmente habla y su voz es suave, pero severa. «No sé», dice, «no sé si el pájaro que tienen está vivo o muerto, lo único que sé es que está en sus manos. Está en sus manos».
Su respuesta puede ser tomada así: si está muerto, ustedes lo encontraron de este modo o lo mataron. Si está vivo, todavía pueden matarlo. En caso de que lo dejen vivo, es su decisión. En todo caso, es su responsabilidad.
Por querer burlar los poderes y la impotencia de la anciana, los jóvenes reciben una reprimenda, porque son responsables no sólo del acto de burla, sino también por el pequeño manojo de vida sacrificado para conseguir sus fines. La anciana deja de prestarles atención a las aserciones de poder para centrarse en el instrumento mediante el cual ese poder es ejercido.
La especulación de qué podría significar ese pájaro-en-la-mano (otra que su propio cuerpo frágil) siempre fue algo atractivo para mí, especialmente ahora, pensando, como lo vengo haciendo, acerca del trabajo que me ha traído ante ustedes. Por eso elijo leer al pájaro como el lenguaje y a la mujer como a una escritora con práctica. Ella está preocupada por cómo el lenguaje con el cual sueña y que le fue dado al nacer es manejado, puesto al servicio de diversos intereses, incluso apartado de ella con nefastos propósitos. Siendo una escritora, considera al lenguaje en parte como un sistema, en parte como una cosa viviente sobre la cual se tiene control, pero sobre todo como una operación, un acto con consecuencias. Entonces, la pregunta que los chicos le hicieron, «¿Está vivo o muerto?», no es irreal porque ella piensa en el lenguaje como algo susceptible de muerte, de erosión. Desde luego, expuesto al peligro y salvable solo por un esfuerzo de la voluntad. Cree que si el pájaro en las manos de los visitantes está muerto, los custodios son responsables por el cadáver.
Para ella, una lengua muerta no es solo aquella que no se habla o no se escribe más, sino la obstinada lengua que se contenta con la admiración de su propia parálisis. Como una lengua estática, censurada y censuradora. Despiadada en su actividad policial, no tiene deseos ni otro propósito que mantener el campo abierto de su propio narcisismo narcótico, su exclusividad y dominio. Por más moribundo que esté, no queda sin efecto ya que frustra activamente el intelecto, ahoga la conciencia, suprime la potencia humana... Inmune a las preguntas, no puede formar o tolerar nuevas ideas, armar nuevos pensamientos, contar otra historia, llenar los desconcertantes silencios. Una lengua oficial, fragmentada para sancionar la ignorancia y preservar los privilegios, es una armadura pulida para dar brillo, una cáscara de la cual el caballero escapó tiempo atrás. Y, sin embargo, ahí está: tonta, predatoria, sentimental. Excitando la reverencia en las escuelas, dando resguardo a los déspotas, reuniendo falsas memorias de estabilidad y de armonía entre la gente.
Ella está convencida de que cuando el lenguaje muera, a causa del descuido, el desuso, la indiferencia y la falta de estima, o sea, asesinado por una orden, no solo ella, sino todos los hablantes y creadores serán responsables de su muerte. En su país, los chicos se sacaron la lengua a mordiscos y usaron balas para no repetir la voz sin habla, la voz de un lenguaje lisiado y golpeador; ese dispositivo para luchar con significados que los adultos abandonaron, y que podría proveerlos de una guía o expresar amor. Pero ella sabe que sacarse la lengua no es solo una opción de niños. Es muy común entre las infantiles cabezas de Estado y los comerciantes del poder, cuyos vaciados lenguajes les dejaron sin acceso a lo que queda de sus instintos humanos, dado que solo hablan a aquellos que obedecen o, en todo caso, hablan para forzar obediencia.
El saqueo sistemático del lenguaje puede ser reconocido como la tendencia de sus hablantes a renunciar a sus matizadas, complejas y mayéuticas propiedades para usarlo como medio de amenaza y subyugación. El lenguaje opresivo hace más que representar la violencia: es violencia. Hace más que representar los límites del conocimiento, lo limita. Sea el oscuro lenguaje de Estado o las tergiversaciones de los insensatos medios; sea el maligno lenguaje de la ley-sin-ética, o aquél designado para el alienamiento de las minorías, escondiendo sus saqueos racistas debajo de un maquillaje literario. Todo esto debe ser rechazado, alterado y expuesto. Es el lenguaje que chupa sangre, que se ajusta la bota fascista con crinolinas de respetabilidad y patriotismo, al tiempo que se mueve implacablemente hacia el último y más oscuro lugar de la mente. Lenguaje sexista, lenguaje racista, lenguaje teísta son todas formas típicas de las políticas de lenguaje del dominio, que no pueden y no permiten nuevos conocimientos ni el encuentro de nuevos intercambios de ideas.
La anciana es profundamente conciente de que ningún intelecto mercenario, ningún dictador insaciable ni político a sueldo o demagogo ni ningún periodista impostor serían persuadidos por estos pensamientos suyos. Hay y habrá un lenguaje que excite a los ciudadanos a mantenerse armados, asesinando y siendo asesinados en los «shoppings», juzgados, correos, plazas, cuartos y bulevares; un lenguaje agitado, conmemorativo, que enmascara la pena y el gasto de una innecesaria muerte. Va a haber un lenguaje diplomático que apruebe la violación, la tortura, el asesinato. Hay y seguirá habiendo más lenguajes seductores, mutantes, designados para estrangular a las mujeres, hacer de sus gargantas un paté con sus propias palabras transgresivas e imposibles de decir; va a haber más lenguajes de vigilancia disfrazados como investigación; de política e historia, calculados para someter al silencio a millones de personas que sufren; un lenguaje glamoroso para maravillar a los insatisfechos para que asalten sus barrios, arrogantes lenguajes pseudoempíricos maquinados para encerrar a las mentes creativas en jaulas de inferioridad y desamparo.
Debajo de la elocuencia, el glamour, las asociaciones aprendidas de memoria, por más seductoras o incitantes que sean, por debajo, el corazón de ese lenguaje está languideciendo o quizá ya no late más… Si el pájaro ya está muerto.
Ella pensó en cómo podría haber sido la historia intelectual de cualquier disciplina si no se hubiera insistido en el gasto de tiempo y vida que las racionalizaciones y representaciones de la dominación requirieron; pensó cómo podría haber sido si esa disciplina no hubiera sido metida a la fuerza en los letales discursos de exclusión que bloquean el acceso al conocimiento, tanto al guardián como al prisionero.
La convencional enseñanza de la historia de la Torre de Babel es que ese derrumbe fue una desgracia. Fue la distracción o el peso de tantas lenguas lo que precipitó la fallada arquitectura de la torre. Ese único y monolítico lenguaje hubiera dado curso a la construcción y el paraíso hubiera sido alcanzado. ¿El paraíso de quién?, ella se pregunta. ¿Y de qué tipo? Quizás alcanzar el Paraíso hubiera sido una cosa prematura y un poco apresurada, si nadie se podía tomar el trabajo de entender otras lenguas, otras miradas, otros períodos narrativos. Si así hubiera sido, es posible que ese paraíso lo hubieran encontrado a sus pies. Complicado, demandante, sí, pero sería una visión del paraíso como vida, y no como vida más allá.
Ella no quisiera dejar irse a los jóvenes con la impresión de que el lenguaje debe ser forzado a mantenerse vivo para que meramente sea. La vitalidad del lenguaje reside en su habilidad para pintar lo actual, las vidas imaginadas y posibles de sus hablantes, lectores, escritores. Aunque a veces su equilibrio esté en desplazar la experiencia, no ser el sustituto de ella. Se extiende y arquea hacia donde el significado puede estar. Cuando un presidente de los Estados Unidos pensó en el cementerio en el que su país se había convertido, dijo: «El mundo apenas notará ni recordará por mucho tiempo lo que digamos ahora. Pero nunca va a olvidar lo que acá pasó». Sus simples palabras son estimulantes en cuanto a sus propiedades para mantener la vida porque se negaron a encapsular la realidad de 600.000 muertos de una catastrófica guerra racial. Negándose a monumentalizar, desdeñando la «palabra final», el conteo preciso, reconociendo su «pobre poder para sumar o apartar», sus palabras señalan deferencia hacia lo incapturable de la vida que llora. Es esa deferencia lo que mueve a la anciana, ese reconocimiento de que el lenguaje nunca puede coincidir completamente con la vida. Cosa que tampoco debería. El lenguaje nunca puede fotografiar la esclavitud, el genocidio, la guerra. Ni debería lamentarse por la arrogancia de poder hacerlo. Su fuerza, su felicidad radica en lanzarse hacia lo inefable.
Grandiosa o escasa, excavando, estallando o negándose a santificarse, aunque se ría en voz alta o llore sin un alfabeto, la palabra elegida, el silencio elegido, el sereno lenguaje surge y se dirige hacia el conocimiento, no hacia su destrucción. Pero, ¿quién no sabe de literatura prohibida por ser cuestionadora, desacreditada por ser crítica, borrada porque invierte? ¿Y cuántos son violentados por el pensamiento de un idioma que se autodestruye?
Ella piensa que el trabajo con las palabras es sublime porque es generativo, toma un significado que asegura nuestra diferencia, nuestra humana diferencia del modo en que no somos como ninguna otra vida. Morimos. Ese puede ser el significado de la vida. Pero nosotros hacemos el lenguaje. Esa puede ser la medida de nuestras vidas.
«Había una vez…». Unos visitantes le hacen una pregunta a una anciana. ¿Quiénes son esos chicos?, ¿qué hicieron de ese encuentro?, ¿qué escucharon en esas palabras finales: «El pájaro está en tus manos»? ¿Una oración que gesticula alguna posibilidad o una que deja caer un picaporte? Quizás lo que los chicos escucharon es: «No es mi problema. Soy vieja, mujer, negra, ciega. Lo único que sé ahora es que no puedo ayudarlos. El futuro del lenguaje es suyo, no mío».
Están parados ahí. ¿Y si suponemos que no hay nada en sus manos? Supongamos que la visita no fue más que una astucia, un truco para que les hablaran, para ser tomados seriamente como nunca lo habían sido anteriormente. Una oportunidad para interrumpir y violar el mundo adulto, su discurso de miasma acerca de ellos, para ellos, pero nunca dirigido hacia ellos. Urgentes preguntas están en juego, incluyendo la que hicieron: «¿Está vivo o muerto el pájaro?» Quizá la pregunta quería decir: «¿Alguien podría decirnos qué es la vida, qué la muerte?» Ningún truco, ninguna tontería. Una pregunta directa que vale la atención de alguien con sabiduría. Y experiencia. Pero si quien tiene experiencia y sabiduría y ha vivido una vida y enfrentado la muerte no puede describir ni una ni la otra, ¿quién, entonces?
Ella no lo hace, se guarda su secreto, la buena opinión que tiene de sí misma, sus pronunciamientos de gnomo, su arte sin compromiso. Mantiene su distancia, la refuerza y se retrae en su singularidad y desolación, en un espacio sofisticado y de privilegio. Nada, ninguna palabra sigue a su declaración de transferencia. Ese silencio es profundo, más profundo que el significado disponible en las palabras que ella ha dicho. Tiembla ese silencio y los chicos, enojados, lo llenan con un lenguaje inventado en el momento.
«¿No hay discurso o palabras» –le preguntan– «que pueda usted darnos para atravesar su historial de fracasos, atravesar la enseñanza que nos acaba de dar, que no es tal cosa porque le estamos prestando mucha atención tanto a lo que acaba de hacer como a lo que dijo? ¿No hay palabras para atravesar la barrera que usted levantó entre la generosidad y la sabiduría?»
«No hay ningún pájaro en nuestras manos, ni vivo ni muerto. Solo la tenemos a usted y a nuestra impotente pregunta. ¿Es la nada en nuestras manos algo que no soportaría contemplar, ni siquiera adivinar? ¿No recuerda su juventud cuando el lenguaje era mágico sin significado, cuando lo que podía decir podía no significar, cuando lo invisible era lo que la imaginación se esforzaba por ver, cuando las preguntas y demandas de respuestas quemaban tanto que temblaba de furia al no conocer? ¿Tenemos que llegar a ser adultos y conscientes luchando esa batalla que héroes y heroínas como usted ya pelearon y perdieron dejándonos con nada en nuestras manos, salvo lo que ustedes imaginaron que había? Su respuesta es un hábil artificio y nos avergüenza y debería avergonzarla a usted. Su respuesta es indecente en su autocomplacencia. Es un guion hecho para la televisión, que no tiene sentido si no hay nada en nuestras manos. ¿Por qué no se estiró para tocarnos con sus dedos suaves, para retrasar el sonido de la mordida que es esta lección, hasta que supiera quiénes éramos? ¿Tanto despreció nuestro truco, nuestro modus operandi que no vio lo deslumbrados que estábamos por querer llamar su atención? Somos jóvenes. Inmaduros. Toda nuestra corta vida escuchamos que debemos ser responsables. ¿Qué puede significar eso en la catástrofe en que este mundo se ha convertido? Donde, como dijo el poeta «nada necesita ser expuesto porque todo ya está descubierto». Nuestra herencia es una afrenta. Usted quiere que tengamos sus viejos, ciegos ojos y que veamos sólo la crueldad y la mediocridad. ¿Se cree que somos tan estúpidos como para romper las promesas que nos hicimos una y otra vez, por la mera ficción de una nacionalidad? ¿Cómo es que se atreve a hablarnos del deber cuando estamos hundidos hasta la cintura en la toxina de su pasado?»
«Usted nos banaliza y vuelve trivial el pájaro que no tenemos en las manos. ¿Acaso no hay contexto para nuestras vidas, ninguna canción, literatura o poema lleno de vitaminas, ninguna historia conectada con la experiencia que nos pueda pasar para ayudarnos a empezar con más firmeza? Usted es una adulta. La anciana, la sabia. Deje de pensar en salvar su pellejo. Piense en nuestras vidas y cuéntenos su particular mundo. Invente una historia. Narrar es algo radical que nos crea al mismo tiempo que creamos. No le vamos a culpar si su alcance excede su comprensión, si el amor así enciende sus palabras, se transforman en llamas y nada queda de ellas salvo su combustión. O si, con la reticencia de la mano de un cirujano, sus palabras suturan solo en los lugares donde la sangre podría brotar. Sabemos que nunca podría hacerlo del todo bien así, de una vez y para siempre. La pasión nunca es suficiente, ni la habilidad. Pero intente. Para que ni nosotros ni los suyos olviden su nombre en las calles, díganos qué fue para usted el mundo en los lugares oscuros y en los luminosos. No nos diga qué creer, qué temer. Muéstrenos los amplios ámbitos de la creencia y la costura desde la cual se desenreda la membrana del miedo. Usted, anciana mujer, bendecida con la ceguera, puede hablar el lenguaje que nos dice aquello que solo el lenguaje puede: cómo ver sin pinturas. Solo el lenguaje nos protege del terror de las cosas sin nombre. Solo el lenguaje es meditación».
«Díganos qué es ser una mujer, así podemos saber qué es ser un hombre. Lo que es moverse en el margen. Lo que es no tener casa en este lugar. Ser puesto a la deriva y lejos de los que uno conoce. Lo que es vivir al borde de pueblos que no soportan su presencia. Cuéntenos acerca de los barcos alejados de la costa para Pascua, la placenta en los campos. Cuéntenos de los vagones cargados de esclavos, de cuán suavemente cantaban, de modo que no podían distinguirse de la nieve cayendo; de cómo sabían, por la curvatura del hombro más cercano, que la próxima parada sería la última; de cómo, con las manos juntadas en sus sexos, pensaban en el calor, y después en el sol, levantando sus caras como si estuviera ahí para tocarlo. Girando como si estuviera ahí para tocarlo. Paran en una posada. El conductor y su compañero entran en ella con una lámpara, dejándolos susurrando en la oscuridad. El vapor que sale de los resoplidos del caballo llega hasta la nieve debajo de sus patas, y ese silbido y la nieve derritiéndose son la envidia de los congelados esclavos. La puerta de la posada se abre: una chica y un chico se asoman desde ese adentro iluminado. Trepan al vagón. El chico tendrá un arma en tres años, pero ahora lleva una lámpara y una jarra con bebida tibia. Se la pasan de boca en boca. La chica ofrece pan, pedazos de carne y algo más: una mirada rápida a los ojos de aquellos a los que iba sirviendo. Uno para cada hombre, dos para cada mujer. Y una mirada. Ellos devuelven la mirada. La próxima parada será la última. Pero no esta. En esta hay calor».
Está todo en silencio cuando los chicos terminan de hablar, hasta que la mujer lo rompe: «Finalmente», dice, «confío en ustedes ahora. Confío en ustedes con el pájaro que no está en sus manos porque lo han atrapado verdaderamente. Miren. Qué hermoso es, esto que hemos hecho juntos».

Fernando Ortíz, tercer descubridor de Cuba, era y defendía la independencia de Catalunya hace 100 años.


Fernando Ortiz, de pie a la izda.  Diario de Menorca



Fernando Ortíz, tercer descubridor de Cuba, era y defendía la independencia de Catalunya hace 100 años.

TEXTO QUE FORMA PARTE DEL LIBRO "Cuba i Catalunya influencias Mutuas" disponible en AMAZON tapa blanda y ebook)


Es casi imposible encontrar otro cubano que haya defendido la independencia en Catalunya como lo hizo Fernando Ortiz a inicios del siglo pasado.
Hace 100 años, el 11 de septiembre de 1918, en el Centro Catalá de l´Havana, dio un discurso: “Cuba y el nacionalismo de Catalunya” donde expresaba:

“Yo no voy a ofender la cultura vuestra, ni la cultura de todas las personas que realmente se sienten cultas, tratando de demostrar que Catalunya es una nación. Eso ya no lo niegan sino los obcecados por la envidia o por el despecho, Cataluña se encierra en una unidad geográfica, es poseedora de una unidad literaria y artística; tiene una historia suya, tiene un alma propia y por tanto una personalidad nacional indestructible. Si derechos tienen todas las naciones hay que dárselas también a Cataluña” (aplaudiments)
“Yo no sé si tarde o pronto; yo no sé si dentro del marco político hispano o fuera de él; pero sí sé, porque ello es deducción de las más elementales leyes sociológicas, que Cataluña logrará vivir exclusiva política catalana, alcanzará ser dueña de sus destinos catalanes, y reanudará algún día l reacción de su propia historia en su idioma peculiar.” (aplaudiments)

Al escritor y etnólogo cubano Fernando Ortiz, es conocido en todo el mundo hispanoamericano una de las figuras más importantes de los estudios sobre el impacto de la negritud en América. Él, además, de crear neologismos que hoy son capitales como transculturación, investigó como nadie lo hizo, desde principios del siglo pasado, toda la problemática social y cultural de los negros en Cuba.
Este retrato en la Wikipedia cubana Ecured, es “casi” perfecto:

“Antropólogo, jurista, arqueólogo y periodista. Estudioso de las raíces histórico-culturales afrocubanas. Criminólogo, etnólogo, lingüista, musicólogo, folklorista, economista, historiador y geógrafo. Realizó notables aportes relacionados con las fuentes de la cultura cubana. Por su labor investigativa está considerado el tercer descubridor de Cuba después de Cristóbal Colón y Alejandro Humboldt.



¿Por qué no es perfecto? Porque pasan por alto, que además de cubano, se consideraba catalán, más propiamente, menorquín, lengua que hablaba perfectamente, y con la que se comunicó con su hermana por parte de padre que vivió en Barcelona hasta el año 2004, este detalle de su bio marca profundamente su catalanidad:

“Con tan solo dos años de edad fue enviado desde Cuba al archipiélago balear para que se criase y educase en Menorca, con sus ascendientes maternos. Allí recibió el pequeño Fernando una formación primaria y secundaria que, en su adolescencia, ya de retorno a Cuba, completó en la Universidad de La Habana (1895-1898). En pleno conflicto independentista cubano, regresó a España, para finalizar sus estudios superiores en Barcelona, donde obtuvo una licenciatura en Derecho que, poco después, ya en la Universidad de Madrid, amplió con el grado de doctor en dicha materia (1901)”

Lo extraño, no es que, en Cuba, casi todos han olvidado su parte catalana, balear e independentista, sino que, en Menorca, quienes sí saben de su existencia, se quejan que también allí este gran intelectual de referencia latinoamericano no es asociado a la isla balear cuando encima escribió sus dos primeros libros en catalán…

“L’intel·lectual cubà més important del segle XX va viure a Menorca des del seu primer any de vida i fins als 15. Tot i haver escrit tres llibres de temàtica menorquina, Fernando Ortiz és un gran desconegut a l’illa.
Vanesa Ortí

He tenido la suerte en la Biblioteca Nacional de Catalunya, de ver , los libros escritos en menorquín(lemosín) de Fernando Ortiz, "Principi i prostes (1895), y "Culecció d'els mal noms de Ciutadella," auténticas  rarezas bibliográficas que jamás consulté en Cuba, y solo llego a ellas en esta  biblioteca especializada de Barcelona. Ambas han sido reeditadas en los años noventa en Menorca en la colección Quaderns de Folklore.


(Principis i prostes. Fernando Ortiz Fernández. Obra juvenil de l’antropòleg Fernando Ortiz Fernández en la qual descriu estampes de la vida a Ciutadella a finals del XIX. Amb llenguatge planer i fresc, els relats són una descripció de la vida quotidiana a Ciutadella. Estudi introductori de Josep Portella Coll. Il·lustració: reproducció caricatura d’Ortiz. Edició de 1997.) Els malnoms de Ciutadella. Fernando Ortiz Fernández. Edició del manuscrit de l’il·lustre antropòleg Fernando Ortiz Fernández, que va realitzar en la seva època d’estudiant i en el qual recollí gairebé un miler de malnoms de Ciutadella a les acaballes del segle XIX. Treball d’interès en atenció a l’autor i també perquè pot permetre comparacions amb treballs posteriors sobre idèntica temàtica.

Hay aspectos de su vida poco conocidos porque fue muy discreto en ese sentido. Hoy apenas existen personas vinculadas a su intimidad que lo conocieron y trataron. Tuvo dos hermanas por la parte paterna que nacieron y vivieron en suelo español, una muerta muy joven en los años 30, antes de la Guerra Civil, y otra que hasta el año 2004 era una lúcida anciana que vivía en Barcelona.
Hasta la década de los años 60 del siglo pasado sostuvo correspondencia con personas que pertenecieron a su entorno catalán y balear, ya fueran personalidades de la cultura y la ciencia o sencillos ciudadanos. Siempre recordaba a quien le instaba a expresarse por escrito en catalán, que, aunque lo había aprendido en su juventud, a la altura de su madurez le era más fácil hablarlo que escribirlo; a pesar de ello conservó en su habla poblada de refranes y dichos muy cubanos el acento catalán que tanto lo distinguió.

Con estos antecedentes biográficos es muy normal, que tras la guerra de Cuba, y su enorme influencia en el crecimiento naciente de querer ser independientes como los cubanos, los catalanes residentes en Cuba, comenzaron a concretar en muchas asociaciones y agrupaciones políticas, mutualistas, o revistas su afán por la independencia de España, Fernando Ortiz, a pesar de que ya estaba a nivel intelectual, mucho más imbuido por los estudios afrocubanos, no dejó nunca de lado su posición política sobre Catalunya siempre a favor de su independencia.

Este discurso a que hago referencia al inicio del texto, ocurre diez años antes de que Françecs Macía, llegara a Cuba, he hiciera  la constitución independentista  catalana, o quizás por las noticias que le llegaban de La Habana y la consolidación de una idea clara de independencia en catalana que había entre muchos catalanes y cubanos estuviesen a su favor.

El historiador cubano Moreno Fraginals tiene una tesis de la gran influencia de la política cubana y su influencia decisiva en los movimientos nacionalistas, catalán y canario. Gracias a que los independentistas cubanos en 1902, consiguieron establecer un régimen republicano con reconocimiento internacional. Que estas periferias españolas envidiaban seguramente a nivel político.

No es casual que en La habana de principios de siglo habían una veintana de asociaciones con carácter independentista catalán

 Associació Nacionalista Catalana,,  Arxiu Nacional de Catalunya, Centre Català, Club Separatista Català, Sociedad Benéfica, Sociedad de Beneficencia de Naturales de Cataluña de La Habana, Unión Catalanista.

O sea, Fernando Ortíz se movía en un contexto social cubano donde el independentismo catalán tomaba cuerpo y sobre todo con un potencial económico importante. Pues muchos catalanes con dinero que habían ayudado a la independencia en Cuba, como Bacardí, luego se van a asociar y financiar algunas de estas sociedades.

Santiago de Cuba

Pocos años más tarde, concretamente en 1900, esta entidad se transformó en el Centre Catalanista de Santiago de Cuba. Esta entidad tenía como principal fin “vigilar por los intereses morales y materiales de Cataluña, trabajar sin tregua en defensa de las sabias y regeneradoras Bases de Manresa y pedir el ingreso en la Unió Catalanista de Barcelona” y establecieron el catalán como lengua oficial1194. El Centre de carácter regionalista, al formar parte de la Unió Catalanista, representó los intereses y directrices de esa agrupación en Cuba. Otorgaron un papel relevante a las cuestiones políticas. Tanto fue así que en 1902 el Centre recibió la visita del primer presidente de la República de Cuba, Estrada Palma, conjuntamente con el alcalde de la ciudad de Santiago de Cuba, Emilio Bacardí Moreau. Ya en este momento la entidad vivió su primer suceso con organismos españoles (un periodista en este caso) por ondear la bandera catalana y cubana en la fachada de la sede social. Como ya se indicó, explicando el origen de la bandera independentista, algunos autores como Joan Crexell han considerado a esta entidad como la primera en todo el mundo que ondeó en su balcón una versión primitiva de la bandera estelada con una estrella de cinco puntas. “Una vez finalizada la guerra, se creó en Santiago de Cuba el Centre Catalanista, y es en la sede social de esta entidad que hemos visto la primitiva versión de la bandera catalana estelada. En 1903 o 1904 aparece en la balconada una pequeña bandera catalana con una estrella blanca de cinco



Ángela Davis y Morrison años sesenta... Maravillosos pelos/wonderful hair. Homenaje a Morrison.


Es difícil superar el impacto de ciertas imágenes.  Esta es una de ellas. Una líder política de los setenta, Angela Yvonne Davis(1944), profesora de filosofía, relacionada en esos años con el movimiento Panteras Negras, miembro del Partido Comunista USA, además de candidata a la vicepresidencia de los Estados Unidos en 1984; y una escritora: Tony Morrinson (1931), profesora de inglés, premio Nobel y Pullitzer de literatura, de la cual he leído varias novelas espléndidas, JAZZ es notable, pero "Ojos Azules" sobre una niña negra que quiere tener los ojos de las muñecas con que juega, es una lección este texto.
Qué diera yo por saber de qué hablaban. Que diera por tenerlas delante y decirle lo maravillosas que se ven con esos pelos y ese buen vestir. Sí ya sé, pasaron los años ninguna 
de las dos está así hoy... Da igual ...¿y los sueños?
Cuando era pequeño y Angela Davis estaba presa cantábamos en la escuela... Ángela Davis, pido tu libertad, Cuba reclama ....

HA MUERTO TONI MORRINSON. PREMIO NOBEL 1993. ESCRITORA NEGRA NORTEAMERICANA. EXTRAORDINARIA.

■La escritora Toni Morrison (Lorain, Ohio, 1931), premiada en 1993 con el Nobel de Literatura ha fallecido, según ha confirmado un amigo a la agencia AP. Comprometida con la lucha contra la discriminación racial, fue la primera afroamericana en recibir el Nobel. La academia sueca fundamentó su decisión de otorgarle el premio en que con "su arte narrativo impregnado de fuerza visionaria y poesía ofrece una pintura viva de un aspecto esencial de la realidad norteamericana".■



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