Esta joya está camino a la playa Gola del Ter, en Toroella de Montgri, uno está obligada a verla y a sufrir por no ser el dueño. Quizás, también, un poco mía pues forma parte de mi recuerdo de un fin de semana en el Baix Empordà, donde los tres (mis reinas y yo) recuperamos la caricia especial que ofrece la naturaleza en la desembocadura de los ríos; según los espiritistas, se debe ir a expulsar casi todo los males que arrastramos por dentro y por encima de la piel pudiendo encontrar la persona que fuimos.
Las
márgenes del Ter y la ubicación de este lugar son tan perfectas que Maya no
hizo la primera actividad de la tarde, se quedó dormida (siesta), embelesada por el viento de
los arrozales de Pals y el silencio. Al despertar, nos fuimos a
la playa Gola del Ter, con su arena dorada, que acentuaba su color con la caída de la tarde.
En la playa Gola del Ter, las Illes Medes al fondo |
Para continuar con la magia de la naturaleza nos adentramos, a la mañana siguiente, en el cauce del río en balsa, y luego en kayak, que es una forma de penetrar la naturaleza sin dejar huella de nuestro paso. Para más desquicio y sorpresa, las Illes Medes todo el tiempo en nuestro ángulo. Ya se sabe que son siete, ya es conocida la excelencia de sus fondos