Cuando el grupo de jóvenes
cantautores habaneros asociados a 13 y 8 (dirección donde se reunía la Peña)
decidió salir de Cuba para desarrollar su carrera en España, nadie pensó que en
menos de diez años grabaría más de una decena de placas, entre ellas Habana
oculta, Habana abierta, Habana abierta 24 horas, Kelvis y Yo no tengo la
culpa, de Boris Larramendi Méndez, el último integrante de Habana Abierta
que ha lanzado un disco en solitario.
A esta lista habría que agregar los de otros cantautores, roqueros y
raperos que intervinieron de forma esporádica en 13 y 8: tres discos en
solitario de Gema y Pavel, el de Athanai —Séptimo cielo—, el de Nilo
Castillo —Guajiro en el asfalto—, los grabados en La Habana por Pepe del
Valle, Vanito, Alejandro y Superávit, más dos discos grabados en México por
David Torrens. Estamos hablando de una generación que tiene un estilo, que está
marcada por una continuidad y que es, sin duda alguna, la guía de las nuevas
tendencias de la música cubana del siglo XXI.Con la salida al mercado de Yo no tengo la culpa, de Boris Larramendi (distribuido por EMI), la factoría Habana Abierta demuestra una vez más su presencia y continuidad en el mercado español.
Hace diez años, en un homenaje a John Lennon en La Habana, Larramendi destacó como parte del grupo Estado de Ánimo —acompañante habitual de Santiago Feliú—, lo cual siguió consolidando con la banda Debajo, y luego en cientos de presentaciones de promoción por España y Suiza con Habana Abierta. Con esta última agrupación grabó canciones emblemáticas: Cayendo en la malla, Marchen bien, Corazón desabrochado, La algarabía (con Kelvis Ochoa) y 24 horas (con Kelvis y Vanito Caballero). También ha brindado sus canciones al dúo Gema y Pavel, quienes grabaron el tema Miel en su último disco editado. Y, a manera de anécdota, Verónica, una de las chicas del exitoso programa español Operación Triunfo I, ha hecho un hit de su tema Bésame.
En Yo no tengo la culpa se advierte la huella de Rolling Stones, Van Van, Pearl Jam, Led Zeppelin, Santana, Manu Chao, Red Hot Chili Peppers, así como de Charly García, Fito Páez, Caetano Veloso y Gerardo Alfonso. También están presentes en el CD las congas de Santiago de Cuba (algo lógico en Boris Larramendi, empeñado en sacar de la marginalidad cultural una música hecha para el carnaval). Esta fusión sirve para definir la esencia de su obra, a la cual el cantautor no renuncia quizás por su nacimiento en pleno corazón de la Avenida del Puerto, en La Habana Vieja, donde la rumba es un lugar común.
De la mano de Alejo Stivel, productor de grandes figuras del panorama español, Boris Larramendi fue tejiendo un disco bastante cercano al mercado hispano, aunque un poco distanciado, en cuanto a temas sociales, de su anterior militancia dentro del tandem Habana Abierta.
La pieza Yo no tengo la culpa, que abre el álbum, refleja un estilo entre el reggae y el ska que tanto juego le ha dado a Manu Chao, quien se ha apropiado de esta sonoridad junto al grupo barcelonés Macaco. La diferencia de los ritmos de Boris está en los acertados pasajes tocados con tres cubano. Hacia el final de la pieza aparecen coros que se acercan más a la factoría de Habana Abierta (anterior al de Manu Chao en solitario).
La segunda pieza, Una de dos, es una balada-pop donde el tumbao criollo entra en juego