Soy adicto a los mensajes de amor en las paredes. En las tablas de arcillas, en los baños públicos de sitios de contactos eróticos de Pigalle en París.
Me gusta porque ves el mensaje y desconoces a quién va dirigido y quién lo emite. Solo sabes que existe un relato de amor que fuerza y obliga al emisor a hacerlo. Y eso, que la historia de una relación te obligue a escribir en una pared pública, te amo, es fascinador.
Me gusta porque ves el mensaje y desconoces a quién va dirigido y quién lo emite. Solo sabes que existe un relato de amor que fuerza y obliga al emisor a hacerlo. Y eso, que la historia de una relación te obligue a escribir en una pared pública, te amo, es fascinador.
Este lo ví en la mañana matinal justo antes de entrar a los jardines de Montjuïc.
La tipografía, el trazo con que está escrito, y su color amarillo llama la atención, y llama sobre todo a MARÍA, para que vuelva a la vida, de un Jordi, Neus, Albert, o Núria que vive cerca y está gloriosamente, desesperad@.