Quería hablar de la trayectoria hacia Miami, diez horas de vuelo por primera vez con Maya, pero me es imposible sin mencionar antes el perfil del Downtown de noche que acabo de ver. Pensé que era un personaje de CSI Miami corriendo en el 4X4 de la tía de Yara entrando a Miami Beach desde el aeropuerto por la 195, entre 30 y 55 millas por hora, como hace Horatio en sus casos criminales en la serie, pero no, era un cubano de Barcelona impactado con un perfil de una ciudad que veo desde hace tiempo y ahora estoy en ella. Quizás me sentía un poco policía después de la cantidad que vi en el aeropuerto, lo que se debe gastar el Estado aquí en "seguridad", que en realidad sirven para organizar las colas, e indicarte donde recoger las maletas, muy serios, con una mirada ensayada para meter miedo a los ilegales y traficantes quienes probablemente griten solo verlos.
Yo, que he confesado ser un animal de curiosidad política, me veo lejos de las elecciones en España del 20-N, por este viaje vacacional a Miami donde me encuentro con el exilio cubano histórico, familiar e íntimo, personas que cambiaron su vida por el futuro de sus hijos con un valor único. La única compensación de política española fue que el avión de Iberia donde volamos se llamaba Clara Campoamor, quien luchó por el voto femenino en la República como nadie.
Cruzamos el Atlántico a 832 km/h a -52 grados de temperatura. Todos los niños estaban concentrados en el centro del avión así que Maya terminó en el asiento trasero viendo Dora Exploradora. Yara se puso un canal de jazz, yo aproveché para escuchar el canal 10 de música, todo flamenco, o sea pasé sobre la hundida Atlántida, con rumba flamenca, a 11 000 metros de altura, música de dioses.
foto: Arkolano. Pantalla de referencia de vuelo en el avión