El sábado 20 en TeatroCasArt Magda, bailarina profesional y profesora de baile en Barcelona desde 1992 que vino de Cuba a ofrecer un espectáculo con las Mulatas de fuego, ofreció una charla para contar su experiencia por el TÍBET, un viaje no solo iniciático y fundacional para su vida donde encontró muchas respuestas espirituales a una serie de muertes tempranas entre sus familiares y amigos en Cuba.
Escuchar a Magda durante una hora, fue una delicia brutal. Nunca he imaginado viajar al Tíbet, Nepal y Vietnam, tengo otros viajes en mi vida, pero ahora siento que Magda con su voz entrecortada y la posición de sus lágrimas en los ojos recordando ese viaje me ha hecho sentir que yo ya fui a Nepal, a Vietnam y al Tíbet.
Magda, sabe mejor que muchos contar sus emociones, con ella te ahorras casi todo lo relativo a la realidad histórica, ella prefiere contarte desde el alma que significa ver una negra con trenzas con mal de altura, más de 5 mil sobre el nivel de la Tierra. Tiene algo que no se enseña, que es la virtud, según me aclaró Sócrates hace años, quien posee el don de la virtud no necesita que nadie se la enseñe.
Uno escuchándola aprende que las religiones se tocan,y que el hinduismo y el budismo se tocan directamente con la religión afrocubana, pues tienen la ilusión de quien cree en ellas de sanar, el cuerpo y el alma. Que los mudras y los sutras no son tan distintos a las razones de vida que ta da el mundo de la afrocubanía. Pero no es lo mismo en un lugar a nivel del mar, que otro a más de seis mil sobre el nivel del mar.
Yo reconozco que he aprendido mucho sobre el Tíbet, y reconozco que me he extasiado de lecturas sobre el tema y he visitado el templo budista del Garraf en Barcelona que es el más grande de Europa, pero escuchar a Magda su impacto sobre un Buda azul que no le pudo hacer fotos, y describirte como se abren los caminos en el Tíbet, es una suerte extraordinaria.
Ella subió tan lejos buscando respuestas a la muerte de su abuela, de su novio, y aprendió que hay LAMAS, que los chinos han dejado sin familia y que rezan por todos nosotros, que no se lamentan como los caribeños por una muerte, sino que asumen su partida para dejarlos elevarse y fluir en una unidad infinita para que luego nos reencontramos.
En mi visita al templo budista del Garraf yo me impacté con esto "El primer impacto es la foto superior. En los jardines llama la atención la “Estupa Namgyal” con sus 108 rodillos para meditar, toda pintada de blanco; monumento sagrado que representa la “mente iluminada” o “conciencia despierta." A mi particularmente me llamó la atención esa cuerda que rodea al monumento de donde cuelgan sutras, u oraciones, que evitan que el "mal rollo" no entré a este lugar, pues el movimiento del viento hace una lectura y dispersa los sagrado en el viento..."
En cambio, con las fotos del viaje de Magda descubrí que los sutras y oraciones están en todo el Tíbet y por todas partes, y para un poeta tener toda la ciudad llena de versos y oraciones es algo superior y telúrico.
Fue a un viaje para encontrar respuestas de la muerte y regresó con respuestas para su vida y su hijo, me recordó la frase exquisita de José Lezama Lima,
"BAILAR ES ENCONTRAR LA UNIDAD ENTRE LOS VIVIENTES Y LOS MUERTOS"
Magda, a mi personalmente, me hizo encontrar la unidad de los vivientes y mis muertos personales, ella no sabe que mi padrastro ha muerto hace dos meses, y quizás ha sido la persona que más ha influido para que yo ame a mi hija de una forma infinita. Desde el sábado, ya lo recuerdo diferente, lo he dejado fluir para reencontrarme. Cuando mi amigo arquitecto Gilberto Seguí entró al acabar la charla a la casa de Teatro Casa Art, me dijo, Arsenio, esto parece un salón del siglo XIX francés, hay una buenas energías aquí impresionante. Le dije, no lo parece, lo es, esta chica, Magda, acaba de llevarnos al Tibet con la palabra, su palabra, su esencia.
Gracias Magda por existir en esa luz azul, o ese mar que es una isla en mi.
Magda joven acabada de llegar a Barcelona
Magda en la actualidad dando la charla
Los recuerdos también le hicieron sonreír
Pica pica tras la charla en el patio