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jueves, 21 de febrero de 2013

Bebo Valdés: el arte del sabor contra el Alzheimer

Que Bebo Valdés padezca Alzheimer, no debe hacernos olvidar su trayectoria pianística, ser la memoria y el recuerdo que a él hoy le fallan es la intención de este texto.
Bebo estuvo viviendo en Estocolmo durante más de treinta años sin grabar, sólo tocando en fiestas y clubes pequeños. En 1994, Paquito D'Rivera le invita a hacer un disco: Bebo Rides Again, se lo produce y graba una colección de clásicos cubanos que lo devuelve al panorama musical mundial, Bebo había nacido en Quivicán, Cuba, en 1918.
La disquera Lola Records, que gestiona Fernando Trueba, autor de la película de jazz latino "Calle 54", publicó, siete años después, el CD El arte del sabor, de Bebo Valdés, 2001. Trueba debió estar influido directamente por el hecho de que Buenavista Social Club -y sus estrellas, Compay, Rubén González e Ibrahim tan  mayores de edad como Bebo- arrasaban en ventas de discos en el mundo occidental,  Bebo, en cambio, había quedado fuera de esta nómina por vivir fuera de Cuba.
El único genio que aparece en el disco El Arte del..., no es Bebo, junto a él estan Carlos "Patato" Valdés en las congas y percusión, e Israel López "Cachao" en el contrabajo; ellos forman el trío de lujo de esta pequeña reunión sonora con un invitado especial, Paquito D'Rivera. Cuatro ejes que alimentan la leyenda del jazz cubano del siglo XX; el mito visto como una historia verdadera de inapreciable valor, porque es sagrado, ejemplar y significativo.

Los más de sesenta minutos del CD están repartidos en diecisiete clásicos conocidos en los que se recrean con la serenidad de quienes ya no tienen nada que demostrar. Se entregan con la abrumadora sencillez de la genialidad. Paquito sólo está en tres temas pero sus solos memorables perduran.
Entre los tres protagonistas suman más de 250 años. Realizan solos que dibujan la música que ha estado madurando en ellos toda la vida, tanto en la Isla que vivieron como en la Isla que añoran desde la distancia. Todos la abandonaron en su madurez artística Cuba y ninguno regresó, solo queda vivo Bebo pero no creo que lo haga con un avanzado Alzheimer según he sabido. No es casual que el disco comience con "Lamento cubano". Aunque no se canta, todos sabemos que el texto hace clara alusión a la situación política: "Oh, Cuba hermosa, primorosa, por qué sufres hoy tanto quebranto". Le siguen, entre otras, Son de la loma, de la que Cristóbal Díaz Ayala nos instruye en su notable introducción del disco: "El mood cambia a uno festivo en Son de la loma, en el que Bebo pone a dialogar sus dos manos, y en un momento la izquierda está tocando otro son de Matamoros, La mujer de Antonio, mientras que la derecha sigue en el Son de la loma". Otra característica destacada en este disco es el acierto de hacer tres popurrí: uno de boleros, otro de congas y uno de guarachas. Esto les proporciona libertad de movimiento entre una pieza y otra, como es natural en las descargas cubanas que desde los años cincuenta protagonizaron Cachao y Bebo en varios discos de vinilo.

No hay que olvidar que fue Bebo, junto a Cachao, Tata Güines, Barreto y otros, uno de los artífices notables en el desarrollo del jazz latino. Participó en las primeras descargas cubanas de jazz, grabadas en 1952. Por esa época creó el ritmo batanga, que fue una variante de la asimilación del be bop en la Isla.

El musicólogo Leonardo Acosta afirma sobre este ritmo: "El problema consistió en que (...) el ritmo batanga de Bebo Valdés, careció de promoción o acaso no surgió en el momento y lugar apropiados y no llegó a popularizarse ni siquiera en la Isla. Constituyó, sin embargo, una estimulante experiencia para los músicos cubanos que siguieron trabajando en esa línea de fusión".
Junto a su hijo Jesús Chucho Valdés, y su nieto, Chuchito Valdés, forma una de las familias con más trascendencia dentro de la música popular del siglo XX. Un hijo al que enseñó los tumbaos en el piano cuando sólo tenía tres años; cuando cumplió 16 le cedió el piano de su orquesta. Al abandonar Cuba, en 1960, Chucho tenía 19 y estuvieron 18 sin verse, por la negativa del gobierno cubano a dejarlo entrar, hasta que se reencontraron en New York, en 1978. Chucho pudo demostrar a su padre que había aprendido muy bien la lección. En ese año ganó su primer Grammy junto a su grupo Irakere. Se da el hecho curioso de que el nieto de Bebo, Chuchito, hijo mayor de Chucho, fue nominado a un Grammy Latino en la categoría de Jazz, en 2012, la saga continúa. El mismo año que Chucho se ha trasladado a Málaga, Benalmádena para cuidar en lo posible de su padre.

Bebo admite en sus entrevistas ser un admirador de Rachmaninov, a quien considera "el genio pianístico del siglo"; curiosamente este pianista ruso también abandonó su Rusia natal y viajó a EE UU donde murió en los años cuarenta. No obstante, Serge Vassilievich Rachmaninov le dejaran escuchar el discurso pianístico de Bebo Valdés, diría exactamente lo mismo.




Una versión de esta reseña fue publicada en 2001, en Cubaencuentro en la red .