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lunes, 2 de diciembre de 2013

Maya estuvo con su cole en el Museo Picasso en Barcelona

En marzo de este año -que aún no acaba- cuando estuve en París visité el museo de Orsay, algo que no hacía desde 1999, a pesar de haber ido varias veces más al Sena en los últimos años. Allí volví a encontrarme con una escena muy cotidiana de este museo;  ver cantidad de niños y niñas de coles de todas las edades y razas que hacen de este lugar un espacio vivo como centro de estudio temporal, imagen realmente adorable. Pues las guías los plantan delante de los cuadros y les cuentan todo sobre el lienzo  y su entorno histórico; ellos reinterpretan la obra con su mirada y opinan de lo que ven, un diálogo que siembra una semilla. No olvidar que la etimología de la palabra cultura viene de cultivar.
Acabado de aterrizar del Caribe me gustó mucho esa escena, ahora con una hija nacida en Barcelona, aún más.
Pues Maya Rodríguez (no la hija de Picasso, ni la bailarina rusa, Maya Plisétskaya, sino mi hija de cinco años)  le ha tocado ir en bus escolar desde su escuela al Museo Picasso y vivir la experiencia fascinadora con este pintor andaluz. Él ha hecho que dejé de dibujar  colecciones de moda de vestidos para muñecas,  y se ha pasado al autorretrato cubista... 
Su explicación de cómo Picasso se pone ante el espejo, hacer un boceto de sí mismo y luego le da color, es un regalo de mi cachito de cielo que dios me dio, que diría Nat King Cole.

    Maya repinta a Sabartés, amigo de Picasso.

    Sabartés por Picasso




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