Anécdota racista en Cuba, mi biografía.
En el verano de 1993 fuimos a ver en el videoclub de 31 y 30, en Miramar, el estreno en Cuba de El último tango en París, donde Marlon Brando y María Schneider caminan por París, se encuentran casualmente cerca de la isla de los Cisnes, y aplacan sus angustias con sexo delicado, infinito, y explícito. Hoy convertido en clásico. Cuando se acabó la peli, mi suegra, Yara y yo, montamos en el bus que atravesaba toda la ciudad hacia La Habana Vieja donde residíamos, no puedo recordar de qué hablábamos, pero todos íbamos impactados con la película de Bernardo Bertolucci que había sido estrenada en el mundo veinte años antes.
Al bajarnos del bus, ellas lo hicieron por la puerta central y yo fui hacia la última sin pensar que eso sería un problema. Cuando estaba a punto de poner un pie en la acera, alguien por detrás me levantó y me pegó a la pared de un edificio… Yo alucinaba, pues no tenía ni idea de lo que ocurría, había mucha oscuridad en esa zona, dos calles antes del Paseo del Prado, muy parecido a Las Ramblas de Barcelona con salida al mar; no obstante, uno, sacó un carné de la seguridad del Estado y me dijo: -que quién ¡cojones! era yo para jinetear en la guagua a esas extranjeras…
El otro, antes de permitirme hablar, ripostó, ¡tenías que ser negro! Asombrado, después del cacheo que siempre roza el tocamiento homosexual, dije que no estaba persiguiendo extranjeras, que una era mi esposa, y, la otra, mi suegra. Esbozando una sonrisa el militar vestido de paisano me dijo – ¿No te ves muy negro para estar con esa blanquita?... El otro remarcó, ¿qué cuento es ése de tu suegra, esa rubia?... No la veía bien, eran mechas, no es que fuera rubia y la otra tampoco es que fuera blanquita, pensé. Mientras, el otro, dudando un poco, me dijo: -A ver, llámalas… Como no te contesten irás directo al calabozo ¡negro e mierda!
Yo grité: -¡Amoreeee! y no se volvió, con el ruido de la salida del bus, no me escucharon, luego grité su nombre, y ambas se volvieron, y me vieron entre esos dos personajes de misterio que al momento se incorporaron como si fuesen dos amigos míos. No me pidieron disculpas y se fueron en silencio sin reconocer ningún error. Debo aclarar que los dos eran negros y habaneros, por el acento, o sea, su desprecio era racista con poderío militar como casi todo en esa época allí.
Pensaba en esto después de que la Unión Europea le diera el premio Sájarov a la Libertad de Conciencia, 2010, al disidente y negro cubano: Guillermo Fariñas.
Me dije, en las reuniones de Seguridad del Estado al más alto nivel, seguro habrán comentado, ¡mierda, negro de mierda! Seguro no saben que en Europa, los actores de teatro utilizan la expresión ¡Mucha Mierda! También como señal de ¡buena suerte!
Foto Arkolano
eso ne fue racismo sino envidia,q ellos se tenian q jamar en casa una cebeza d puntilla
ResponderEliminarLeí tu post y con la misma seguí pasando la voz aquí en Facebook.
ResponderEliminarUn abrazo cubano, desde Berlín!
Aguaya Berlín
Me he acordado de un video que me enviaron en el que se veía muy bien el racismo que hay en París. Yo aluciné! Haber si lo encuentro.
ResponderEliminarAcabo de encontrar tu blog ni me preguntes cómo (los caminos de la internet, como los de Dios, son inescrutables).
ResponderEliminarNo sé cuántos testimonios tendremos que dar ni cuantas crónicas hacer, para que el resto del mundo sordo (España ocupa buena parte, y Venezuela -donde vivo- ni te cuento) quiera oir lo que nos ha pasado.
Por lo pronto, te linkeo a mi blog, no tan sabio.
Saludos
Camilo Hernandez (Caracas, Venezuela)
Esta es una de esas historias que en pocas líneas retratan un país, una sociedad, una condición humana.
ResponderEliminarGracias!!!
Un gran regalo conocer tu blog.
Un abrazo!!!
No había leído este texto. Me rió de pensar en tu cara cuando gritaste Amoreee y Yara no te contestó, porque te conozco, pero la situación es tan absurda como cotidiana en Cuba y gracia no hace ninguna.
ResponderEliminarpero es algo que pasa en cualquier sitio donde un grupo lleva el peso de la desidia y el odio y sirve como justificacion para la prepotencia... y todos los prejucios... eras tu por negro, el otro por gitano, el otro por extranjero ( yo era europea y espanola hasta que abria la boca, el otro por latino/a... y asi olvidan que no se juzga ni por religion, raza, credo, status social solo por sus actos y solo si somos lo suficientemente sabios para ser tolerante con la diferencia.
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