Conocí este ático gracias a un video de Kumar Sublevao-Beat. No sabía cuando lo ví en youtube, dónde estaba ni quién habitaba éste espacio lleno de plantas, tortugas y voluntad de alfombra elevada sobre territorio "graciens" que vivo hace más de quince años. Conozco varias terrazas en esta ciudad oficiales e ilegales donde la cultura es Arte, como la de la actriz Malena en el Eixample, Barcelona es una desde el suelo y otra desde el cielo. También vi la peli, "Terrados," pero ésta de Yaneys, donde toco el mar con los ojos y el Tibidabo con una mano, es real, y sólo somos dos.
Vimos caer parte de la tarde y la noche del recién estrenado verano en este espacio, entre el mar y la montaña, en el mismo vientre de Grácia; con Yaneys haciendo un sombrero de papel, cartón y cola loca para sus alumnos del Casal de Verano y tejiendo con las palabras, -las suyas y las mías- 360° grados de visión de nuestras vidas encontradas, de llegadas y salidas, (arribadas-sortidas) antes en La Habana, Santi Espíritus, Barcelona y la geografia de ciudades europeas que habitamos.
No evocamos la playa del Ancón que visité de adolescente y ella conoce bien. Hablamos de la convivencia, fracazos y desamores acompañados por un gazpacho andaluz con trapezones de cebolla, pimientos y picatostes.
De banda sonora Máxima, que es ese ritmo anterior a la samba brasileña y me tiene extasiado junto a la hija de Elis Regina: Marta Rita. Aunque "D' Angelo" terminó la faena sobre la doce cuando el Tibidabo y su luz fue el tercer poder en nuestra visión nocturna.
Escribir da dones, que otros oficios no dan. A mi me sacó de una isla y me sembró en Europa y desde que tengo el hábito de blogger me regala confluencias que no esperaba. Me regala persona con hábitos de luz que a veces coinciden con mi sombra, o tienen un relato parecido al mio.
Días más tarde la terraza estalló con otras luces y muchos amigos, parrillada, niños y licores, pero esta tarde-noche fue más parecida a esos blues que citaba Cortázar en su novela "Rayuela;" especialmente "Body and Soul" que toca Coleman Hawkins con su saxo tenor como nadie en el mundo es capaz de tocar el alma y el cuerpo a la vez y al revés.
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