Es cierto, si no vuelvo a salir de Barcelona, sería capaz de no agotar nunca mi visión múltiple de New York ni los ángulos que viví allí.
Es una ciudad que a nivel literario es infinita. Alejandro López, pintor, amigo y performance que me acunó en su casa en "Washington High" junto a mi hija y mujer en ese momento, además, a mi cuñada; me insistió en todo momento que todas las cuestiones arquitectónicas que tuviera en la cabeza debía realizarlas en un plazo pequeño de una semana, pero que no dejara de ir, a lo que él consideraba uno de los lugares más importantes y creativos a nivel arquitectónicos de la ciudad: El paseo elevado del West Side: High Líne Park.
La visión de mi hija jugando y corriendo por encima de la calle fluida de coches y las múltiples e irrepetibles galerías de arte que visité con el escritor Ricardo Arrieta, con quien me cité, después de no vernos en más de diez años, es suficiente para un post memoria como éste, y para condicionar a mis amigos de Miami (Boris, Cristiana, Larrea, Magdalena) cuando suban a New York; que no dejen de visitar con calma y de paseo este lugar. Donde se ha aprovechado una antigua vía de tren abandonada y se ha convertido en paseo y jardín en un mismo tiempo...
Un selfie ante la entrada con ascensor que va al paseo. Abajo con mi amigo Arrieta en una cervecería que esta casi a la mitad del paseo. Hay cervezas europeas y la música es genial...
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