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sábado, 3 de octubre de 2015

Leo en el váter. Sí, leo en el váter.

Leo en el váter desde que tengo uso y razón. Esconderme para hacerlo de madrugada llevó a mí familia a llevarme a un psicólogo. Ese error, se convirtió en luz pues esa psicóloga me envió (recomendó ) que me llevarán a la Biblioteca Nacional de Cuba, donde la jefa de  circular de jóvenes me guío, en lecturas eficaces que le agradecí, cuando gané mi primer premio de poesía  8 de marzo en La Habana.
Luego, descubrí muchos amigos cantautores, que el baño era perfecto para componer y tocar a la guitarra, pues la acústica era excelente y era un lugar aislado del resto de la casa. En La Habana el ruido externo puede ser infernal aunque la nostalgia lo haga más noble.
Para mí, no sólo me encerraba en el baño para leer, por la escasez de habitaciones en mi casa, también el silencio que hacía era espacial. Un día leyendo a Herman Hess dijo una frase que asumí de inmediato. No se lee para desconectar del entorno, se lee para concentrarse. Sí, toda la razón, por eso sigo leyendo en cama y en el váter....

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