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viernes, 9 de octubre de 2015

Último baño en la playa en Sant Pol de Mar. Llega el Otoño.

Quizás entré al Mediterráneo por última vez este año. Claro, escoltado por mi hija a la altura de Sant Pol de Mar, en el Maresme barcelonés.  

Con la llegada del otoño en Europa estás obligado a vestir diferente. Confieso que me gusta. Sí, me gustan las capas, me gusta mirarme en el espejo y tener la ilusión de que soy un disfraz de mí mismo.
De pequeño -cuenta mi madre- que cuando me preguntaban que quería ser, siempre decía que quería tener frío.
Me encantaban las pelis donde la gente llevaba cuello alto y bufandas, mi ideal era el francés Alain Delon, nadie como él llevaba el invierno.
Las bufandas, mis amigos los saben, es un pasión real y desmedida que descubrí cuando llegué  a París a fines del siglo pasado, - ¡joder es la primera vez que lo escribo así, y así fue, pero que lejos suena!- He mantenido luego esta pasión   viviendo en Barcelona.
Con el tiempo  vas refinando los colores y  los colores alegres para el verano, y te centras, sobre un negro gris, en invierno. 










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