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martes, 21 de febrero de 2017

Donald Trump va a por los mexicanos. ¿Puedes estar tranquilo por no ser mexicano? Recuerdas el poema: Ellos Vinieron...

A pesar de no vivir en Estados Unidos me resulta curioso que muchos entusiastas legítimos  de Donald Trump son latinoamericanos, negros y entre ellos muchos cubanos. Dentro y fuera de Cuba.
Muchos son amigos que sigo queriendo a morir. A mi los partidos y gustos políticos tras 17 años en democracia y más de 13 años votando en todo tipo de elecciones no me divide, espero que a ellos tampoco les duela que a mi Donald no me guste mucho.
Hoy he recordado el poema  de Friedrich Gustav Emil Martin Niemöller,  que me gustaría compartir, en el se enseña que cuando aplaudes ataques a otras minorías,  puede que te toque a ti...

Ellos vinieron.

"Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Primero se llevaron a los negros. Pero no me importó. Porque yo no era negro
Un día vinieron y se llevaron a mi vecino que era judío, pero no me importó porque yo no era Judío,
luego se llevaron a los comunistas, pero a mi no me importó porque yo no lo era;
enseguida se llevaron a unos obreros, pero a mí no me importó porque yo tampoco lo era,
después detuvieron a los sindicalistas, pero a mí no me importó porque yo no soy sindicalista;
luego apresaron a unos curas, pero como yo no soy religioso, tampoco me importó;
ahora me llevan a mí, pero ya es demasiado tarde."
Autor. Friedrich Gustav Emil Martin Niemöller (1892-1984).



Nota.
El contexto de este poema es el ascenso del nazismo. Su autor estuvo del bando de Hitler.
Entrevista a su autor que antes de ser prisionero de Hilter...

           ¿Cómo apoyaste a Hitler?
Yo también me he hecho esa pregunta. Me lo he preguntado tantas veces como lo he lamentado. Además, es cierto que Hitler me traicionó. Tuve una audiencia con él, como representante de la Iglesia Protestante, justo antes de que fuera Canciller, en 1932. Hitler me prometió por su palabra de honor, proteger a la Iglesia y no promulgar leyes anti-eclesiásticas. También accedió a no permitir linchamientos (pogromos) contra los judíos, asegurándome lo siguiente: "Habrá restricciones para los judíos, pero no habrá guetos, ni linchamientos, en Alemania".
Yo también creía firmemente, dado el antisemitismo difundido en Alemania en esa época, que los judíos tenían que renunciar a obtener puestos de Gobierno o escaños en el Reichstag. Había muchos judíos, especialmente entre los sionistas, que tenían un punto de vista similar. La promesa de Hitler me satisfizo en esa época. Por otra parte, yo odiaba el creciente movimiento ateo, apoyado y mantenido por socialdemócratas y comunistas. Su hostilidad hacia la Iglesia hizo mantener mis esperanzas en Hitler por una temporada. Ahora estoy pagando ese error; y no solo yo, también otros miles de personas como yo.

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