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martes, 8 de agosto de 2017

El amor es un palo de lluvia...

Hoy como es habitual en cada verano que he pasado en esta parte sur de Europa, y van 17 años;  la naturaleza nos recordó a todos que esto no es el Caribe, y de 27 grados ayer en el Mediterráneo donde me bañé con mi hija, hoy amanecimos con diez grados menos y mucha lluvia. 
Se lo comenté a Zoé Valdés, pues vi que ella también a pesar de los años en París puso su queja en su muro. "Bajón de temperatura. Los árboles se deshojan como si estuviéramos en otoño y los pájaros andan como locos. Negada a los abrigos me encierro. Gata y libros. Bof!"
Zoé Valdés.
Como no tuvimos mar, nos quedamos en casa haciendo manualidades. Y le tocó, nos tocó, hacer un "palo de lluvia." Quizás el instrumento más bello de sonido que descubrí de niño en Cuba. Por su sencillez y por su intento de ser metáfora  de la lluvia con un trozo de cartón, unos palillos de madera, y semillas o arroz y pegamento. 
Este instrumento musical precolombino, es de Amazonia. Y se hace de madera y bambú y se le introducen semillas según la región. Muchos grupos de música folklórica latinoamericana lo usan, Inti Llimani seguro fue el primero que los vi usarlo cuando vivía en Cuba.

El palo de lluvia que ahora descansa entre libros, en esta cueva casi todo está entre libros, incluida mi vida, sobre todo mi vida en mis libros, editados e inéditos. Es de las muchas cosas que hemos hecho este verano; pero el  único sonido que va a quedar o transcender en nos. 
Él amor entre padres e hijos se consolida en forma de ADN si realizas estas cosas que alimentan el amor en sí. Verle la cara a mi hija tras la construcción es una gozada. Cada vez que cojo el palo de lluvia, ella dice: el amor es un palo de lluvia. 
Así de simple es la felicidad.

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