"No hay tan gran acontecimiento de la burguesía como Molière, solemne declaración del alma del Tercer Estado. Veo ahí la inauguración del sentido común y de la razón práctica, el fin de todo lo ideal caballeresco y de toda clase de alta poesía en cualquier cosa. (...) Corneille es el último heraldo de la nobleza Molière el primer poeta de la clase media.
4de marzo 1859.
Los bloggers pensamos que inventamos este oficio. Cuando lees estas memorias literarias. La estructura y la forma de contar intimidades de las noches parisinas literarias e intelectuales descubres que los que iniciaron esto vivieron en el siglo XIX. Jules y Edmond GONCOURT. DIARIO. Memorias de la vida literaria 1851.1870. Ed. RENACIMIENTO. 2017.
Debes saber que estos eran diletantes, cultos y amantes del siglo XVIII. Son los cronistas de una vida intelectual con los mejor de las letras francesas como protagonistas: Flaubert, Balzac, Baudelaire y un largo coro de intelectuales con menos nombres pero que sin ellos éstos no hubiesen brillado.
Año 1860. Jueves 12 de marzo.
Estamos en nuestro comedor, esta bonita sala toda e tapizada de arriba a abajo, donde acabamos de colgar el triunfante Moreau de la Revue du Roí, estancia que es muy luminosa y está animada por suaves candelas de una araña de cristal.
Este es el grabado del que habla Jules de Concourt. De Moreu. El grabado no está en el libro, lo he puesto como un detalle a mis lectores y seguidores.
A nuestra mesa se sientan Flaubert, Sai t-Victor, Aurélien Scholl, Charles-Edmond, Juñie y la señora Doche, coquetamente tocada con una redecilla roja sobre sus cabellos con oeil de poudrè (almidón pulverizado). Hablamos de la novela de LUÍ,de la señora Colet, en la que Flaubert, es ferozmente descrito bajo el nombre de Léonce....
(Frag. Pag 113.)
Año 1866. Enero.
Normandía es al región de los todos los tópicos la arquitectura gótica, el puerto de mar, la granja rústica con musgo en el techo.
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Balzac ha comprendido de manera superior, a la madre en "Beatriz." "En Los parientes pobres." Los pequeños pudores o existen en las madres. Ellas están como las santas y las religiosas, por encima de la mujer.(...)
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En Francia la mujer se pierde mucho más por lo novelesco que por la obscenidad de lo que lee.
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Todos los observadores son tristes y deben serlo. Ellos miran vivir. No son actores, sino testigos de la vida. De todo no toman nada de lo que engaña o de lo que embriaga. Su estado normal es la serenidad melancólica.
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Este último fragmento de la página 139, retrata mejor que ninguno la vida de estos cronista de la vida en París que se acerca mucho a mi vida de bloggers. Recomiendo encarecidamente este libro si te gusta no sólo la vida literaria sino su entorno.
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