Borges nos advirtió en La cifra:
Vivimos
descubriendo y olvidando
esa
dulce costumbre de la noche.
Hay
que mirarla bien. Puede ser la última.
Me
levanto cada día de encierro y veo las cifras de víctimas
global
y local, muertos, contagiados y salvados
Es tan
visceral que parece morbo tras dieciséis días.
El
vicio comenzó cuando la pandemia era china allá en Asia
estaba
lejos, era algo que les pasaba a otros por comer murciélagos
y no
comida mediterránea.
Nunca
las estadísticas y porcientos habían estado tan de moda
lo
desagradable es que el gobierno le ha dado por poner a militares
que
informan sobre noticias tristes
con
lo desagradable que es un traje MILITAR
lleno
de medallas que alcanzaron por haber estado rodeado
de
muertos en otras misiones
hombres
huecos usados para hablar a una mayoría civil
por
la tele.
Lo siento,
pero para mí es una grosería antiestética en una democracia
tener
a esos hombres de cartón con medallas informando
sobre
una pandemia.
¿Acaso
no puede haber portavoces vestidos de humanos?
¿Soy
el único que ve lo mal que se ven estos espectros?
¿Será
que vengo de una dictadura
y no estoy curado tras veinte años de exilio?
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