El arte del sabor: Moraima Secada

Cuando el cubano-americano, Jon Secada, en su primer disco cantó un bolero, Perdóname Conciencia que su tía Moraima Secada interpretaba, muchos dudaban de su parentesco, por aquella extraña versión dudosa y no recomendable (en mi criterio comparada con la de su tía). No lo hizo bien, pero al menos, recordó a su tía, La Mora, como se le conocía en los ambientes musicales de La Habana, nacida en Santa Clara, un 10 de septiembre de 1930.

Moraima fue integrante del cuarteto de Meme Solís, y aparece en el centro de la foto que ilustra este post, pasó por la Orquesta Anacaona, y luego por las D´Aida, donde se consagró, junto a Omara Portuondo, Elena Burke, y Haydée Portuondo. Desarrolló luego una carrera en solitario hasta que murió, en 1984. No queda dudas que el hito más importante de su carrera fue el cuarteto D´Aida.

Moraima conoce a Omara en una gira por Haití, que ambas realizan como integrantes del grupo femenino “Las Anacaonas”, ella se encargaba de cantar los boleros del repertorio mientras que Omara tuvo la responsabilidad de las guarachas. Luego, cuando a Elena Burke se le ocurre formar un cuarteto de voces femeninas, la número cuatro fue Moraima, a quien todas conocían por la calidad de su voz. Desde 1952 hasta 1957 las D´Aida originales tuvieron un desarrollo meteórico tanto en grabaciones como en presentaciones en directo, radio y televisión incluidos, todo con el amparo y los arreglos de voces de Aida Diestro, La Gorda de Oro, como le gustaba llamarla Elena Burke. Esta última es la primera
en causar baja del grupo en 1957, comienza su carrera como solista con un joven que la acompaña al piano, recién llegado a la ciudad, llamado Meme Solís. Este dúo duró poco, pero este pianista forma un cuarteto en 1961, de tres voces masculinas, y una femenina, esta vez Moraima Secada, la segunda en abandonar las D´Aida.

A partir de la década del setenta, Moraima desarrolló, como todas, una carrera en solitario que la consolidó como una de las mejores intérpretes femeninas en Cuba. Quizás la peculiaridad que más destacó de ella en el escenario era su forma de expresar, con golpes en el pecho, llanto y el palmoteo al aire, las canciones que estaba interpretando en cada momento, demostrando un temperamento dramático, desbordado de un potente registro de voz, convenciendo al espectador. Nadie ha podido volver a cantar como ella, “Perdóname Conciencia”, o “Ese que está allí”. Dos canciones que aparecen en más de una antología de canciones cubanas de los años sesenta.

También se puede recordar a esta intérprete notable del bolero filin cubano es en el disco Amigas, que grabó a mediados de los ochenta, junto a Omara y Elena, un reencuentro parcial del mítico cuarteto D'Aida, pero esperado por la mayoría del público. La pieza que le da título al disco, Amigas es uno de los boleros mejor interpretados y sentidos a tres voces que tiene la cancionística cubana de la época, tema que alcanzó niveles de popularidad notables, ese mismo año, coincidió con la muerte de La Mora.

Perdóname conciencia

Querida amiga mía

Fue duro tu reproche

Aunque sé que esa noche

Yo me lo merecía.

Tanto lo había soñado

Tanto lo presentía

Y al verte así a mi lado

Me olvidé del pasado

Que atado me tenía.

Y me llenó de ensueños

Y le brindé la gloria

Sabiendo que yo mismo

No me pertenecía

Y me olvidé de todas las cosas

Que en el mundo

Hacen la dicha corta

Y larga la agonía.

Perdóname, perdóname conciencia

Razón sé que tenías

Pero en aquel momento

Todo fue sentimiento

La razón no valía

No, la razón no valía

No, no, no, no la razón no valía.

No, no, no.

autor: Juan Arrondo.

Foto: Elena, Moraima, Omara







Nota: Miguel Rodríguez (Miguelito) el abuelo del compositor Pepe del Valle, ex de Habana Abierta,  que era músico fue amigo de Arrondo. En su casa Pepe  vio de pequeño, como corregían esta y otras canciones. Pepe escuchó  cantar a capela a Arrondo esta canción, y tiene una memoria vida de esto como nadie,  piensa que a pesar de las interpretaciones de grandes de la canción cubana como Benny Moré,  Moraima Secada, Clara y Mario, nadie las cantaba como el propio autor, Juan Arrondo lo hacía. Quien medía casi dos metros, y enamoraba a todas las mujeres que estaban en primera fila. Todo esto sucedió en Guanabacoa, donde Pepe nació.