Annie Ross canta mientras el saxo de Gerry Mulligan la sigue e improvisa en los espacios que esta voz sutil y sensual le deja. A Mulligan ya la va bien seguir a esta belleza por este pequeño piso habitado por una princesa y su padre en la parte alta de Barcelona, que no demoran en comenzar a bailar como electrones libres e inseparables guiados por el jazz en primavera catalana. Ambos quizas influidos por haber visto ayer la Font Mágica de Monjuïc bailar sobre su propia humedad acuosa cayendo la tarde entre dos torres venecianas.
No mencionar la labor en la trompeta de Chet Beker en la portada de este disco grabado en 1958, es una burla a la inteligencia emocional de los melómanos.
En el corte 18 Annie hace una versión de I love Paris y caigo que aun me cuesta darme cuenta que regresé hace una semana de ahí. Me parezco a una anécdota de Picasso que cuenta Norman Mailer..."el genio odiaba cuando llegaba a España que le quitaran el polvo de Paris."
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