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domingo, 27 de octubre de 2013

Voy leyendo a Séneca ante un bolso Chanel

Sí, casi nadie en el tren de cercanías lee a este filósofo andaluz, casi siempre lo sustituyen por un periódico gratuito o libros contemporáneos. No creo ser superior, simplemente releo un libro que sabe cómo actuar con mi soledad de corredor de fondo. Leo  a Séneca atento al entorno inmediato que está contaminado por  la presencia de una desconocida con un bolso gigante de Chanel en el tren de Cercanías. 
Sucede cada día de esta última semana que he tenido el coche en el taller. El bolso me pareció ridículo por el tamaño y el color el primer día, luego, me reclamaba su atención y  descansaba la vista mirando que zapatos llevaba para combinar. Descubrí que no tenía suficientes, en cambio, sí,  la sutileza de buscar siempre un complemento rojo para jugar y enlazar el color. Si hubiese llevado un bolso clásico de Céline (azul y vino), aunque fuera copia, no tendría este problema, por su diseño y lo estilizado de sus colores muy sutiles.



"Jamás llegues a tener por feliz a cualquiera que esté pendiente de la felicidad. Se apoya en cosas frágiles el que se alegra de lo que llega de afuera. El gozo que entró volverá a salir. Pero aquel que nace de uno mismo es constante y firme, crece y prosigue hasta el final, las demás cosas cuya admiración tiene el vulgo son buenas efímeramente."
Séneca. Cartas a Lucillo.

Ayer, fue el último día, por un tiempo no volveré al tren de Cercanías, y me sentí raro, el bolso no apareció en el andén para despedirme. Me había acostumbrado a su presencia para descansar de las lecturas, realmente me sentí mal pues imaginé el día anterior que se caía en el espacio del tren y el andén;  y gracias al bolso que se quedaba enganchado en la ranura de la superficie, se salvaba, pues quedaba colgando de él boca abajo con la cabeza en las líneas.






La foto es de paper, por similitudes con mi protagonista. Yo no pude llegar a tanto.

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