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miércoles, 3 de septiembre de 2014

El sabor de la sandía. Desayuno con dia-mantes...


En una peli francesa que acabo de ver el protagonista dijo:" las relaciones para que sean eternas, no deben comenzar." No estoy de acuerdo con semejante conformismo, las relaciones, aunque afimeras, deben comenzar para que la línea que marca esa trayectoria pase de la realidad a la memoria. Aunque sea un desayuno. Un desayuno con sandía, que según la dieta yoga, fortalece los músculos.
Sólo fue un desayuno, un desayuno. Pero desde que era niño veía  en  la calle 12 entre 13 y 11 en el barrio del Vedado, en La Habana, había una casa estilo colonial que tenía una escultura de un negrito de unos once años con una Sandía (en Cuba se dice Melón) entre sus dos manos y sé lo va comiendo con una dientes muy blancos. Cuando crecí y leí a Malcon X, esa misma figura cambio de concepto.
Hace unos días fui yo negro,  quien llevó a la cama un desayuno con sandía... Estaba húmedo, suave, Eros. Sse derretía la masa  en la boca mientras entraba en el cuerpo, era azucarada y con deseos, daba ganas de repetir. En la boca parecía azul, y no roja,  parecía un desayuno, pero en realidad era cómplice hábil para fabricar memoria, delitos de un desayuno con dia-mantes... 
Aclaro: Dí-amantes.
Estoy plagado de lectores curiosos.
Todo según Borges, vuelve como una ola porque otra mujer te ha besado. Todo sucede por primera vez.

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