Desde que salí de Cuba, he pasado por varios aeropuertos en distintas ciudades: Bahamas, París, Bruselas, New York, Miami, Roma, Oporto, Nice, Milán, Burdeos, Praga, Bruselas; sólo tres ciudades, La Habana, Lyon, Praga, hacen homenaje a la literatura poniendo nombre de escritores a sus aeropuertos. La primera, José Martí, la segunda, Antoine de Saint-Exupéry, la tercera, Václav Havel.
En las dos primeras se da una circunstancia especial, ya que ambos escribieron libros para "niños" de carácter reflexivo. La gracia aumenta en el caso de St Exupéry que además, era piloto. Otro hecho que los acerca es que ambos murieron muy jóvenes, el escritor cubano J. Martí, con 42 años, el francés, con 43 años. En cambio, a Václav y Martí los une el hecho de ser escritores con ideas políticas muy claras al punto de enfrentarse con sus respectivos gobiernos.
Havel es diferente, llega a ser presidente del gobierno después de estar encarcelo por los comunistas checos. Es de los pocos personajes históricos que va de la cárcel a la presidencia del gobierno en elecciones democráticas estilo Nelson Mandela, lo que demuestra que cuando los pueblos votan con entera libertad no son inútiles.
Lyon, es la ciudad natal de St Exupéry, que escribió, Le Petit Prince -El pequeño príncipe- que fui releyendo en formato digital mientras viajaba hacia allí desde Barcelona... "-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos (...)
-El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante. -El tiempo que perdí por mi rosa... -dijo el principito, a fin de acordarse.-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa..."-Soy responsable de mi rosa... -repitió el principito, a fin de acordarse"...
"Lo esencial es invisible para los ojos", era una frase que citaba de memoria cuando leía versos en público en la ciudad donde nací, hoy lo esencial de mí, es mi hija Maya, que viaja conmigo de vuelta a Barcelona desde el aeropuerto Václav Havel. Después de iluminarnos con una ciudad maravillosa como Praga.
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